"Para la adquisición de competencias musicales, la edad no es un problema". Es el lema de "Tararea", una escuela de música cordobesa con estimulación musical temprana donde los bebés, a partir de los diez meses de edad, logran distinguir instrumentos y seguir el compás del ritmo.
"Malena es capaz de identificar melodías, dar palmitas cuando tarareas una melodía", cuenta Javier Ribelles, un músico profesional que desde el pasado mes de septiembre va con su hija de 18 meses a la clase "Musizón para bebés" de la escuela cordobesa Tararea Laboratorio Musical, una iniciativa que utiliza un novedoso método elaborado por expertos pedagogos en atención temprana.
Ribelles comenta que desde que su hija asiste a las clases de música, donde los bebés tocan pequeños instrumentos de percusión como panderetas, claves, huevos sonoros y flautas de émbolo, ha sido notable el desarrollo de la psicomotricidad fina, "ya que no solo mueve las manos, sino los deditos" al tocar.
Además, la música "crea hábitos, lo que mejora la memoria", y, sobre todo, "le permite interactuar bailando, cantando y tocando con sus compañeros", resalta Ribelles.
Una de las características del aprendizaje musical de este centro, es que los papás acompañan y ayudan a los pequeños en sus clases semanales que siguen un esquema igual en todas las sesiones de presentación individual marcando el ritmo con una pandereta para después trabajar habilidades, como la discriminación auditiva, esto es, la capacidad de distinguir instrumentos.
"Nuestros bebés son capaces de identificar un violín de un violonchelo o un clarinete, algo que se aprende a los ocho años en los conservatorios profesionales", resalta Magdalena Madueño, la gerente de Tararea Laboratorio Musical.
Algunos de sus alumnos, que llegaron con diez meses recién cumplidos balbuceando e incluso en periodo de lactancia, fue "tolón tolón", el saludo de la "vaca Valentina", la mascota del método, una de las primeras palabras que pronunciaron.
Y es que una de las actividades de los bebés es escuchar sonidos provenientes de diferentes instrumentos musicales e identificarlos pegando un gomet (adhesivo de colores) en el dibujo de un duende con una guitarra, un violín o un violonchelo.
Además, los beneficios del aprendizaje musical en los primeros años de vida de los niños van más allá del desarrollo psicomotriz o cognitivo porque, según explica Madueño, en las clases de los niños de 3 y 4 años trabajan compases de 2 por 4 y 4 por 4 "avanzando el aprendizaje de áreas como las fracciones matemáticas, que van a ver en el colegio en cursos superiores".
La gerente resalta que la escuela, que abrió sus puertas hace dos cursos escolares, no pretende crear músicos virtuosos, sino futuros adultos con conocimientos y habilidades musicales capaces de valorar lo que están escuchando y añade que sus alumnos van a ser ciudadanos que demanden cultura "bien hecha".
Desde los 10 meses hasta los 4 años, los alumnos se entrenan en competencias musicales como el ritmo, el tempo, la velocidad y el pulso; trabajan las notas, figuras y compases musicales y escuchan audiciones clásicas, además de aprender a tocar instrumentos de pequeña percusión.
"Todos tenemos potencial creador y musical, pero si no te educan para ello y tu entorno no lo favorece es difícil desarrollar ciertas habilidades", insiste Madueño, quien además destaca que Tararea está abierto a todas las edades: tanto para los niños a lo largo de toda la edad escolar como a personas que quieren cumplir su sueño de tocar la batería o la guitarra.