Mejorará el rendimiento del agua utilizada en la parcela al evitar distribuirla por lugares que la necesitan menos
Un equipo de investigación andaluz ha comprobado que la capacidad de generar y transmitir corrientes eléctricas del suelo en un olivar de secano mide su humedad, lo que mejorará el rendimiento del agua utilizada en la parcela al evitar distribuirla por lugares que la necesitan menos.
La Fundación Descubre ha explicado en una nota que el estudio ha sido elaborado por investigadores de la Universidad de Córdoba en colaboración con el IFAPA (Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera) de Alameda del Obispo de Córdoba y se basa en la instalación agroclimática de 30 sensores de humedad alrededor de un olivo para el control simultáneo de la humedad y conductividad eléctrica del suelo y estación meteorológica.
El procedimiento es más eficiente porque el sensor para medir la humedad no debe introducirse en el suelo y aporta resultados más precisos.
"Resulta más fácil medir la conductividad que la cantidad de agua, pues al tratarse de una molécula con polaridad eléctrica, el aplicar corriente ofrece información más ajustada", según señala el investigador del Grupo de Hidrología e Hidráulica Agrícola de la Universidad de Córdoba Gonzalo Martínez.
Las diferentes pruebas realizadas en una de las parcelas del IFAPA cordobés han logrado un modelo de equivalencias entre el nivel de conductividad y la humedad presente.
"En el trabajo hemos controlado con gran nivel de detalle los cambios en el vapor de agua y en la corriente eléctrica del suelo, durante un periodo de un año y medio, midiendo frecuentemente los dos parámetros", añade Martínez.
El estudio permite disponer de mapas a escala de parcela de la humedad del suelo y, por tanto, mayor información para el manejo del agua en el olivar.
Los próximos estudios del grupo validarán la hipótesis ya a escala de explotación agrícola mediante ensayos con un manejo del riego sostenible en olivar, pues usarán aguas regeneradas del aderezo de la aceituna.
La duración del estudio es de cuatro años, hasta 2024, y trabajan en las siguientes fases con investigadores de la Universidad de Lisboa y de la Universidad de Nueva Gales del sur en Australia.