El Real Betis ha revolucionado este año sus estructuras y plantilla, y le ha confiado un ambicioso reto al entrenador uruguayo Gustavo Poyet con el objetivo irrenunciable de superar el décimo puesto de la temporada pasada, consolidarse en Primera División y mirar desde ya a un objetivo superior: Europa.
Ángel Haro, quien se estrena este comienzo de temporada como presidente bético, marcó el rumbo y, después de las muchas convulsiones deportivas reflejo de las institucionales de los últimos años, le entregó el timón a un técnico joven y ambicioso como Gustavo Poyet (Montevideo, 15 de noviembre de 1967).
Poyet tiene dos años por delante para su primera prueba de fuego en una gran liga europea. Tendrá el gran reto de profesionalizar y consolidar las estructuras deportivas del club y la responsabilidad de hacerlo como cabeza de cartel en una liga mayor y en un club que supera los 40.000 socios.
Antes que al Betis, el técnico charrúa entrenó a equipos menores de Inglaterra, asistió a Juande Ramos en el Tottenham y dirigió al AEK de Atenas; y ahora lo hará como cabeza de cartel en Sevilla y con una declaración de principios del carácter aguerrido y competitivo que tuvo como jugador en el Zaragoza, Chelsea, Tottenham y Swindon Towm.
Las dudas y altibajos de la pasada campaña, y los fiascos de los fichajes, con el holandés Rafael van der Vaart a la cabeza, hicieron que el equipo de Heliópolis diera un golpe de timón para cambiar la dirección deportiva y confiar el banquillo a un técnico con la ambición del que debuta en la Liga española y se juega mucho.
Para este proyecto, el nuevo director deportivo, Miguel Montes Torrecilla, le ha dado al "arquitecto" Poyet los mimbres con los que afrontará el reto de mirar a puestos europeos en forma de jugadores y de un nuevo preparador físico, Marcos Álvarez. El uruguayo siempre le ha dado una enorme importancia a esa parcela.
Poyet ya ha puesto sobre la mesa las cartas del proyecto con el que se estrenará en la Liga española con un 4-3-3 y con las novedades del argelino Aïssa Mandi, el danés Riza Durmisi, el francés Jonas Martin, el chileno Felipe Gutiérrez, el belga Charly Musonda, el hispanoargentino Matías Nahuel, el paraguayo 'Tonny' Sanabria y el ucraniano Roman Zozulya
Junto a ellos, Gustavo Poyet ha demostrado tener fe en la cantera verdiblanca y predicado con el ejemplo al rescatar y contar para el primer equipo a los dos Álex que jugaron cedidos la pasada temporada: el lateral Martínez en el Elche y el delantero Alegría en el Numancia.
La pretemporada, dividida en sendos ciclos en Marbella (Málaga) y Neuruppin (Alemania), se ha contado por una mayoría de victorias y por una dolorosa derrota por 3-0 ante el Montpellier francés. Además, el Betis completó un papel decepcionante en el Trofeo Colombino, que han servido para que Poyet calibre los límites de su proyecto y la fiabilidad de su plantilla.
Aunque lo más importante del verano ha sido engrasar una maquinaria con muchos peones nuevos y cargar las baterías para empezar el próximo 21 de agosto en el Nou Camp ante el vigente campeón de Liga, el Barcelona. Eso no arredra a Poyet y para él es un reto y una "bonita bienvenida" al fútbol español para el preparador uruguayo y su grupo de trabajo.
Un equipo "que respete el balón, que controle el partido", "con carácter en el campo", "competitivo", "que represente a todos" y especialmente a él mismo. Esos son los objetivos de Poyet, de 'Gus', como gusta que le llamen a quien hace del carácter y el rigor técnico un declaración de principios.
No obstante, el técnico ya ha hecho gala también de un más que notable pragmatismo al señalar que "hay diferentes formas de ganar un partido de fútbol" y que, aunque la ideal es "jugar muy bonito, controlar la posesión, tener veinte oportunidades y que no te metan gol", eso "pasa muy poco y sólo en los equipos grandes".