Con la decisión que se va a tomar a partir del viernes de establecer una cuarentena para quien venga desde otro país al nuestro, sin duda alguna, se complica en gran medida la actividad económica para una parte muy importante de nuestro tejido productivo, el turismo.
Más si cabe en el caso de Andalucía, que depende en gran medida de los turistas que lleguen a nuestra Comunidad Autónoma y que, evidentemente, ante esa cuarentena, el turista extranjero optará por otros destinos más seguros o que les impliquen ninguna limitación en la movilidad. Está claro que quien viene de viaje a España viene para disfrutar de nuestras playas, nuestras ciudades, nuestra gastronomía. No va a venir para estar confinado durante catorce días en un hotel. Es cierto que hay gente para todo pero el noventa y nueve coma nueve por ciento de los turistas cambiarán de destino.
Ahí Grecia está ganando puntos dentro de turismo europeo. Al tener una menor incidencia que otros países europeos en cuanto a la pandemia y al presentar unos precios muy competitivos, es un competidor importante para España no sólo para este año, que ya lo doy por perdido, sino de cara al futuro.
El turismo será uno de los grandes perjudicados de esta crisis económica que nos viene. Lo estamos viendo en estos días con las limitaciones de aforo de la hostelería. Muchos ni han abierto porque no les es rentable. Lo mismo va a suceder con los hoteles. ¿Merece la pena abrir para tener un hotel en ocupación a menos del cincuenta por ciento de lo que sería normal en un verano? Evidentemente no.
Otro debate va a ser el de los precios. La adopción de medidas de seguridad, de limitación de aforo, de distanciamiento en los transportes, van a implicar un incremento de precios para el consumidor final. Esto no van a ser costes asumibles por las empresas y ello conllevará una escalada de precios tanto en la logística como en la prestación de servicios a los clientes.
¿Estamos dispuestos a pagar más por tener lo mismo que antes? Seguramente no. Esto provocará un desplome en el consumo de manera brutal y quien no quiera verlo está renunciando a la realidad que sucederá.
Además, en todo esto se une la falta de consumo que habrá por falta de ganas. El miedo hará que mucha gente no decida consumir productos o recibir servicios pero, también, habrá muchos ciudadanos que estén inmersos en ERTE o directamente sean despedidos por cerrar las empresas que no aguanten el tirón. Esos seguro que no van a consumir.
Se avecinan tiempos complicados, muy difíciles. Por ello, las Administraciones Públicas tendrán que tirar de imaginación y fomentar el consumo local o nacional en todas sus vertientes: tanto del comercio como de la prestación de servicios como lo es el turismo. Así, tendrá que haber estímulos a ese consumo y para ello se necesitará el concurso de todas las Administraciones. Desde la propia Unión Europea hasta las más cercanas, los Ayuntamientos. Sólo esto podrá conllevar la subsistencia de muchos sectores de nuestra economía.
Son momentos de incertidumbre, de dudas, pero tengamos confianza en que, a pesar de lo duro que será todo esto, saldremos adelante con la fuerza y el trabajo de todos los españoles.
