Estos comerciantes vuelven a unirse para formar una asociación cuanto menos surrealista
Estos comerciantes vuelven a unirse para formar una asociación cuanto menos surrealista. Reactivar con ella unas tiendas con un presente complicado y un futuro aún más que complejo.
Un ochentero que regenta un videoclub que lo que menos tiene son cintas de vídeos, con un chino que vende hasta su alma con tal de hacer negocio. Estos están acompañados con un progre que idea una a unas distintas maneras de activarlos.
El cuarteto se las ingenia para ir de golpe a golpe, acabado con “el Sevilla” cantando “al carajo, al carajo”.