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“Mi idea es volver en un par de años y, si Dios lo quiere, sin billete de vuelta”

Pablo Lobato García nació en El Puerto en 1994. Actualmente estudia 2º de Diseño de Interiores en la Escuela de Artes de Jerez. Cofrade de las hermandades de la Borriquita y Dolor y Sacrificio, es Scout desde hace 12 años. Acaba de volver de una experiencia misionera en Perú en la que ha vivido la

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  • En Perú. -

¿Cómo te surgió la oportunidad de ir de misionero a Perú? ¿Cuánto tiempo has estado en allí

-La idea de irme de misionero surgió en una acampada de la Delegación Scout en la que dos misioneros vinieron a darnos unas charlas. Después de esta charla fui a ver a mi párroco para comentarle mi iniciativa y él me dijo que fuera a Perú, que allí había un sacerdote amigo suyo y así iba con alguien conocido. Pues he estado 1 mes, desde el 4 de agosto hasta el 5 de septiembre.

¿Cuál ha sido tu labor durante la misión?

-La principal labor que tuve allí era evangelizar, dar catequesis e ir por las parroquias del Padre Diego acompañándolo a celebrar la eucaristía. También estuve con un grupo de jóvenes enseñándoles cómo trabajamos en los scout para que ellos a la hora de los retiros trabajen igual con los niños y sepan cómo tienen que tratarlos y cómo tienen que comportarse ellos mismos como monitores. Otra de las labores era visitar ancianos y llevarles comida y hacerles compañía, ya que muchas vivían solos.

¿Qué realidad social has descubierto en ese país? ¿Alguna anécdota negativa que destacar?

-La realidad social que encuentras es de pobreza, de muchas veces falta de recursos básicos, que los niños y jóvenes tienen que dejar la escuela por no poder costearse los materiales y se van. También que, aun teniendo poco, se ayudaban entre ellos y lo poco que tenían se lo repartían para pasar ese día, y al día siguiente pues ya Dios proveerá. Lo que más me sorprendió es la educación de los jóvenes y el cómo cuando íbamos a visitar las parroquias que estaban a dos horas andando, el cómo te recibían, con abrazos, todo el pueblo te iba a saludar y te ofrecían zumos, fruta, de todo, y tu sabias que a lo mejor era lo poco que tienen pero te lo ofrecían sin importarles, y no podías rechazarlo pues allí es una ofensa. La anécdota es que hubiera deseado no enfermar y tener que estar media semana en cama, porque eso me limitó e impidió el poder ayudar o realizar alguna de mis tareas de allí.

¿Volverás de nuevo como misionero?

-Mi idea es volver en un par de años y, si Dios lo quiere, sin billete de vuelta; si no pudiese ser así, pues irme cada “X” tiempo a pasar mis vacaciones ayudando en lo que haga falta.

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