Este va a ser su año, el que frene la caída libre de los últimos años y comience el despegue definitivo para volver a intentar ser lo que fue. Esa es la intención y esa dijeron ser la teoría; la realidad es bien diferente. Despertar del letargo está costando más de lo esperado.
Reactivar a la entidad de su limbo administrativo y judicial parece tener una vida paralela a la deportiva, que si bien se lucha contra todos los elementos externos, en lo deportivo las expectativas tienen vida propia.
Por cada derrota racinguista se vuelve a abrir el debate de lo que pudiera estar pasando para que un equipo hecho para ascender y esté encontrando más dificultades que alegrías. No es pasar del todo a la nada y vuelta a empezar, la razón es algo más de peso, de una regularidad que no termina de llegar.
Y lo peor es que el tiempo pasa, las jornadas se van y los puntos cada vez son los que marcan los que llevan el paso decidido a cumplir con sus objetivos y los que empiezan a quedarse a ver cómo la distancia cada vez es mayor.
Ganar no siempre se gana, es lo más complicado en el fútbol, pero sin lugar a dudas hallar con la receta correcta te encamina a que éstas lleguen con más asiduidad de la que está encontrando este curso. El que se arrancó con más tesón y preparación y sin las prisas del año pasado.
En noviembre no se asciende, ni mucho menos, se entiende entre la hinchada rojiblanca, pero sí se puede empezar a complicar su futuro si no se endereza el rumbo. Que si es el equipo a batir, que si el césped está en situación límite, que si el árbitro, que si las lesiones... las excusas se acaban al igual que el tiempo y la reacción y la estabilidad resultadista necesita de mejores prestaciones y de una reacción que no termina de asentarse.
El camino correcto determinará su objetivo final para bien o para mal.