La política no es una ciencia exacta. Ni ciencia, ni exacta. Santiago Abascal llevaba varios meses amenazando con el jaque mate de su moción de censura al gobierno para conseguir dejarlo tocado -hundido era matemáticamente imposible- y “kaputt” a Casado, por su arrojo adelantándose con su iniciativa política. No consiguió ninguno de los objetivos, mas bien corre el peligro de que le ocurra al líder ultra lo que significó su moción de censura al brillante abogado del Estado Antonio Hernández Mancha, de Alianza Popular. A Hernández Mancha le costó el cargo de presidente popular. Su partido tuvo que refundarse y cambió de líder y de siglas: Aznar y Partido Popular fueron su recambio.
Las consecuencias de la moción empiezan a verse. Vox no tiene otra opción que animar a sus seguidores para enmascarar la nefasta actuación de su líder durante unas sesiones parlamentarias que querrán olvidar. El primer día Pedro Sánchez y el segundo Pablo Casado dejaron en una pésima posición al candidato, al que Aitor Estaban calificó como no candidato. Hay una crisis de liderazgo -se quiera reconocer o no - en Vox tras el revolcón. Salió fortalecido Espinosa de los Monteros, se hundió Abascal, que era el candidato alternativo a la presidencia del gobierno y terminó sin más apoyos que los suyos y con la oposición de sus antiguos acompañantes de la foto de Colón.
Casado rompió públicamente con Vox (“Hasta aquí hemos llegado”) con la consecuencia inmediata del debilitamiento de las alianzas de los gobiernos autonómicos y municipales apoyados por Vox. Mataba dos pájaros de un tiro. A Abascal, que no había cesado de atacar al PP y, de paso, aflojaba a sus crecidos presidentes autonómicos, particularmente Díaz Ayuso, que aparentaba ser la jefa de la oposición conservadora. Los pactos han quedado dañados.
La moción ha visibilizado también la fuerza de las instituciones europeas sobre España, máxime estando pendiente un paquete de 140.000 millones de euros. Casado rompe con Vox y Sánchez congela la reforma del poder judicial para conseguir un acuerdo. Ni lo uno ni lo otro eran del agrado de la Comisión Europa ni de los líderes de sus principales países. Por cuestión de principios y por la situación conflictiva con Hungría y Polonia. ¿Se abre un tiempo nuevo en España? El Estado de Alarma dirá.