El total de curiosos que desafiaron las temperaturas de Londres, más frías que en jornadas anteriores, podría rondar los 5.000, casi el mismo número que el de fiestas previstas en todo el país para celebrar el enlace, 5.500.
Desde última hora del jueves, el exterior de la Abadía de Westminster, donde se oficia la ceremonia religiosa, y los alrededores del Palacio de Buckingham, destino final de los contrayentes y 600 de sus 1.900 invitados, aparecen completos, con varias filas ya de un campamento improvisado de aquéllos que aspiran a la mejor tribuna para una jornada en la que se espera que 600.000 personas se concentren en el centro de Londres.
Según las encuestas, se calcula que un 34 por ciento de los ciudadanos de Reino Unido celebren la boda de algún modo y que el 67 por ciento sigan la ceremonia por televisión, al igual que se estima harán unos 2.000 millones de personas en todo el planeta.
La jornada en Londres ha amanecido con cielos nublados y persiste el riesgo de precipitaciones, hasta un 30 por ciento, una probabilidad que no ha disuadido a los miles de curiosos que se reparten por los 3,5 kilómetros cuadrados del centro de la capital que han quedado ya cerrados al tráfico.
Hasta 5.000 agentes velarán por la seguridad, con casi un millar presentes en la ruta entre Westminster y Buckingham, por la que circularán los cinco carruajes que llevarán a los novios, en primera instancia, y a sus respectivas familias detrás, para un trayecto de 15 minutos hasta el palacio.
Allí se espera que lleguen en torno a las 12.30, hora local, para proceder ya al tradicional saludo desde el balcón 55 minutos más tarde, cuando los aviones de la Real Fuerza Aérea saludarán al nuevo matrimonio pintando el cielo de Londres con los colores de la bandera británica.
