La Fundación Gerón organiza cada año un encuentro andaluz de familias cuidadores para sus miembros
Rutina, resignación y nada de tiempo para poder dedicarse a ellos mismos. Estas son las consignas que, por desgracia, tienen grabadas a fuego las personas que tienen a su cargo algún familiar enfermo que depende totalmente de sus cuidados.
Sin apenas ayuda y reconocimiento por parte de la sociedad e instituciones, sacrifican y renuncian a sus vidas en pos de mejorar la existencia y las vidas de sus seres queridos. Son los llamados cuidadores familiares o familias cuidadoras que históricamente han realizado su labor en silencio y de forma altruista y que, desde que en enero de 2007 entrara en vigor la Ley de dependencia (Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia y a las familias de España), han visto como se les reconocía, en parte, dicha labor.
El descanso, un regalo
“Hay días mejores y días peores. Las jornadas se sobrellevan echándole valor y fabricándote una coraza. El cariño hacia ellos puede con todo lo demás”. Éste es el testimonio de Isabel Zamora, de 67 años, que ha pasado 39 de ellos cuidando de su hijo que nació con problemas cerebrales. Pero bien podría ser el testimonio de los más de 15.000 familiares que, desde su creación, ha atendido la Fundación Gerón, que nació en Sevilla en el año 1994 con la vocación de mejorar la calidad de vida de las personas mayores, enfermos y sus familiares.
Conscientes del desgaste físico y anímico de estos cuidadores, Gerón organiza desde hace cinco años una jornada de encuentro para estas familias cuidadoras de mayores con dependencia de Andalucía para rendirles un homenaje y para que, por lo menos durante un día, o durante parte de esas 24 horas, sean exclusivamente para su disfrute.
Bajo el lema El regalo más merecido, el encuentro de este año se celebró ayer en el parque de atracciones de Isla Mágica, reunión en la que también quiso participar la Consejería de Igualdad y Bienestar Social.
Tras un acto institucional de bienvenida, los 230 familiares llegados desde todos los puntos de Andalucía disfrutaron de las instalaciones del parque y de un almuerzo amenizado con baile y orquesta. Un soplo de aire fresco en sus entregadas vidas que aún así no les devolverá las muchas horas que dedican a sus enfermo