Racing Legends fabrica en Dos Hermanas réplicas de mitos de las carreras de coches
Los videojuegos que simulan carrerras de coches en cualquiera de sus modalidades cuentan con auténticos catálogos de leyendas del motor. Son bases de datos que reproducen con toda la fidelidad diseños, prestaciones mecánicas que incluyen las debilidades de cada uno de los modelos, y hasta sus rugidos, que en muchos de los casos se corresponden con grabaciones realizadas a bólidos auténticos, rodando en circuito y tumbando la aguja del cuentavueltas hasta el límite.
En el apartado de clásicos de cualquiera de esos simuladores es fácil encontrar el AC Cobra 427, un deportivo fabricado en el Reino Unido en los años sesenta que, con su motor de 7.000 centímetros cúbicos de ocho cilindros, era capaz de rendir más de cuatrocientos caballos, gracias a un peso total de sólo 1.150 kilogramos, que le llevaban a rozar los 300 kilómetros por hora.
A Bruno García, un sevillano de 27 años formado en ingeniería de carreras en Gran Bretaña, le fascina el AC Cobra. Pero sentarse ante el volante de una de esas fieras del asfalto es un lujo al alcance de pocos, puesto que los pocos que quedan en circulación y cuyos propietarios están dispuestos a poner en el mercado superan los 200.000 euros del precio de venta de un Ferrari California recién salido de fábrica, similar en prestaciones.
La otra opción que tenía el joven apasionado por las leyendas de las carreras, si no quería pasarse la vida enganchado al mando de la videoconsola para escuchar la melodía del motor del Cobra, era construírselo él mismo. Y así lo hizo.
Bruno conduce un RL 427 fabricado en Dos Hermanas, idéntico en apariencia al mito de los circuitos de hace medio siglo. Racing Legends es la marca que él mismo creó para construir réplicas no sólo de éste, sino de otros coches de competición que entraron en el Olimpo de los Dioses de la mecánica, como el Ford GT40, el Porsche 356 Speedster o el más reciente Lancia Stratos.
Conseguir la réplica de uno de estos modelos ya es posible con el desembolso de una cantidad que divide por tres su precio en el mercado de clásicos: por menos de 70.000 euros se puede conducir un coche homologado que tiene la apariencia de un Cobra, ruge como un Cobra, corre como un Cobra y deslumbra como un Cobra, pero que ha sido fabricado de forma prácticamente artesanal en Dos Hermanas. Y con la ventaja de que las piezas mecánicas, de primera calidad son nuevas; un Cobra que, sin serlo, es más que un Cobra.