La economía española en 2009 no crecerá un -1,6%, sino probablemente, por no decir casi seguro, un -2%, por lo menos. El consumo de las familias y la inversión de las empresas se hundirá con estrépito ante el incremento del paro, la caída de la riqueza financiera e inmobiliaria, la deuda de los hogares y de las compañías, la persistente contracción del crédito... Por su parte, las exportaciones no crecerán lo que dice el Gobierno porque nuestros socios comerciales están con encefalograma plano y no tienen ni para comprar pipas, al mismo tiempo que hemos perdido competitividad a toda pastilla en esta última década... Al mismo tiempo, la enloquecida política fiscal conducirá junto a la recesión a un déficit público enorme, superior al proyectado por el Gobierno, que algún día tendremos que pagar con impuestos más altos.
La recuperación de la economía española es improbable en un plazo de tiempo inferior a cinco o seis años. El dato de crecimiento del PIB en 2010 del 1,2% es creíble, pero no lo es el crecimiento del 2,6% en 2011 y de ahí para arriba a partir de ese año. España no está en una recesión clásica, sino en una depresión. Esto significa que crecerá durante mucho tiempo, el que tarde en purgar sus desequilibrios macro y microeconómicos en salir del túnel.