El joven José Ramón Gándara ha decidido meterse en la piel del Quijote y la próxima semana comenzará un viaje en bicicleta por las tierras de La Mancha en el que, ataviado de armadura, yelmo y lanza, intentará revivir las aventuras del Caballero de la Triste Figura, escritas hace cuatrocientos años.
No es la primera vez que este aventurero cántabro afincado en Castellón realiza este viaje -ya lo hizo el año pasado-, pero va a repetirlo sin intención de ganar fama, y no porque este año se cumpla el cuarto centenario del fallecimiento de Miguel de Cervantes, sino porque le apetece y "ya está", según relata en una entrevista con Efe, en la que se muestra muy entusiasmado.
José Ramón tuvo la idea de reencarnarse durante unos días en el famoso personaje de ficción mientras releía la obra, durante una noche de trabajo como guardia de seguridad en un psiquiátrico, y tomó la decisión de decirle al jefe: "Los 1.400 euros que gano para ti, no los quiero".
"Tres años antes me había leído El Quijote e hice la misma ruta que el personaje, pero vestido con ropa de calle, normal y corriente", explica, y cuenta que toda la indumentaria propia de un caballero medieval que llevará en este viaje la ha hecho él con sus manos.
Durante un mes, convirtió su casa en un taller, compró una radial por diez euros y con una plancha de metal galvanizado de 25 euros hizo la armadura. El grosor del armazón es de 0,5 milímetros, mientras que en la época eran de más del triple, 1,6 milímetros.
Para construir el yelmo hizo varias incursiones en bazares, donde compró una bandeja y un bol de cocina que le sirvieron para este fin. Pero también en la novela, el de Don Quijote era un ficticio yelmo de oro puro.
Cervantes relata que el protagonista confundió la vasija de un barbero con el yelmo del rey moro Mambrino que hace invulnerable a su portador y la sustrajo, una de las pocas aventuras en las que don Quijote sale victorioso.
José Ramón también diseñó unas cantimploras de calabaza impermeabilizadas con cera virgen de abeja, "según el método medieval", y una espada y una lanza de madera.
El aventurero iniciará su periplo el martes 14 de junio en la localidad albaceteña de Villarrobledo y, bajo las agobiantes temperaturas de La Mancha, pedaleará en "busca de entuertos y agravios que desfacer".
Viajará solo porque dice que "su fiel escudero", Sancho Panza, es virtual, son los cientos de seguidores con los que cuenta en las redes sociales -en Facebook y en Instagram-, donde compartirá las fotografías del viaje, como ya hizo el año pasado en su cuenta "Tras los pasos del Quijote".
De hecho, el primer viaje le sirvió para comenzar a estudiar fotografía. Se compró un trípode y un disparador automático, que ahora usa para los trabajos que le "están saliendo".
A la hora de dormir, José Ramón pasará dos noches al raso, en una tienda de campaña, y otra en un establecimiento hotelero "baratito, que los hay muy apañados", para poder darse una ducha. Eso sí, siempre acompañado por la novela para ir reviviendo las aventuras.
José Ramón tiene pensado recorrer Villarrobledo, Argamasilla de Alba, Villanueva de los Infantes, Puerto Lápice, Consuegra... y terminar en El Toboso para encontrarse con su amada Dulcinea, que el municipio toledano recuerda con una estatua.
"El culmen tiene que ser El Toboso, para decir se acabó, ya tengo la conciencia tranquila", asevera José Ramón.