Nos quedan decenas de obras hídricas para optimizar el consumo de agua y parece que las desaladoras pueden dar respuestas a la situación
Atraer talento. Ese es el mantra de nuestra ciudad. Todo lo que viene a Málaga es bueno: vemos la danza inconclusa de las firmas tecnológicas que han decidido instalarse en la capital de la Costa del Sol y uno piensa que la ciudad va a llegar a la estratosfera. Al mismo tiempo, el rascacielos del Puerto, ya aprobado en pleno, sigue buscando su hueco. Ahora se propone que lo acoja San Andrés, la eterna explanada de nuestro puerto en la que, además de una marina de lujo, se tendría que levantar el auditorio. Mientras la urbe debate qué quiere ser de mayor, el presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno, reconoce que, si no llueve antes del próximo verano, vamos a pasarlo mal. Nos quedan decenas de obras hídricas para optimizar el consumo de agua y parece que las desaladoras pueden dar respuestas a la situación, pero cada infraestructura de esta naturaleza puede tardar entre tres y cinco años en materializarse. Ya vamos tarde, pero más vale tarde que nunca. En El Chorro, un accidente de tren llama la atención sobre la situación que atraviesan las líneas de Cercanías en todo el país, no solo por aquí, y los alcaldes de la zona Occidental de la provincia repiten, a quien quiera escucharles, que es necesario el tren litoral para vertebrar la Costa del Sol. Ya lo hemos dicho aquí: la movilidad y el agua son los grandes retos de este enorme territorio en el que se ha convertido Málaga. Y si el progreso no es sostenible, no será. También tiene que haber sostenibilidad en el empleo: es decir, trabajadores bien pagados y con horarios decentes, sobre todo en el sector servicios. La sostenibilidad empieza, sin duda, por ellos. Pese a todos los problemas que arrastramos, polarización política incluida, los restaurantes siguen llenos y las cenas y comidas de empresa nos recuerdan que hay una vida que bulle al margen de la agenda pública. El próximo fin de semana, volveremos a celebrar la Navidad y miles de familia se reunirán en torno a una mesa para recordar aquello que nos une, pese a que en los telediarios sólo hablamos de lo que nos separa. Nada es tan grave, aunque haya asuntos que, sin duda, lo sean. El frío ha roto en la Ciudad del Paraíso y los días y las noches se nos van de las manos, salvajes, desbocados.