Pese a la defensa que se hace desde el Gobierno de su manera de hacer política económica, el crecimiento y otras magnitudes siguen en retroceso
Las magnitudes macroeconómicas siguen poniendo a España en el lado oscuro, ya que el crecimiento económico continúa siendo negativo, el endeudamiento público ha crecido, pese a la cacareada austeridad, y vivimos con la amenaza, por imperativo de Bruselas, de que haya una nueva subida de IVA; junto a ello, la queja de los emprendedores y de los pequeños y medianos empresarios, es que el crédito sigue sin fluir de manera suficiente y adecuada, y por añadidura, para rematar la faena, los que trabajan o esperan poder hacerlo lo antes posible, algo que cada vez se antoja más complicado, viven expuestos a propuestas terroríficas, como la realizada desde el Banco de España, que pretende convertir el trabajo en una verdadera esclavitud y que carga contra la existencia de un salario mínimo interprofesional, pese a que queda a años luz de en cuánto está cifrado en los países de nuestro entorno, que cada vez sube menos, y que desde luego, está bien lejos de las indemnizaciones millonarias que se reparten los directivos bancarios cuando se jubilan o los integrantes de consejos de empresas de suministros básicos, como las eléctricas. Pues bien, en este contexto, lo que ya resulta para llevarse las manos a la cabeza es que desde el Gobierno, su presidente y la ministra de Trabajo, en una mala praxis, saquen pecho por anticipado porque aguardan buenos datos del paro para este mes. ¡Qué menos!