Es uno de los rostros más populares de la escena española y regresa a Huelva representando a Hécuba, la gran tragedia de la venganza, con una adaptación de Juan Mayorga del texto clásico de Eurípides y con el que Concha Velasco, a sus 74 años, vuelve a demostrar su ser polifacético en el mundo de la interpretación. La obra se podrá disfrutar este jueves en el Gran Teatro de la capital onubense y, en la entrevista con Viva Huelva, la actriz vallisoletana desgrana la filosofía de un cruel mensaje intacto y vigente pese al paso de los siglos.
Regreso tras un tiempo a las tablas del Gran Teatro de Huelva...
–Sí, hace tres obras que no voy por problemas económicos de Huelva, del teatro o de las empresas que me contratan, pero he hecho todos los grandes espectáculos tanto musicales como dramáticos en el Gran Teatro.
Comenta en la presentación de ‘Hécuba’ que es uno de los grandes de su carrera…
–Claro porque lo único que nunca había hecho hasta ahora era una tragedia de estas dimensiones. Es un reto, pero estoy acostumbrada a los retos. Paso de hacer ‘Teresa de Jesús’ a ‘Yo me bajo en la próxima, ¿y usted?’ o ‘Mamá, quiero ser artista’ a ‘La rosa tatuada’ y ahora me tocaba ‘Hécuba’. Después del espectáculo musical ‘Yo lo que quiero es bailar’ que era medio cómico y riéndome de mí misma, pues dije “ahora Hécuba”.
‘Hécuba’ es una auténtica tragedia mitológica, la gran tragedia de la venganza. ¿Cómo se está sintiendo en el papel de esta mujer?
–Me siento bien y mal. Bien porque es un texto bellísimo y es un gozo que lo haya adaptado Juan Mayorga, y me duele porque es una pobre reina y madre de todos los cadáveres de su país, de su tierra, de su familia… Quizá me afecte más que otras obras porque soy madre y soy abuela, y leo los periódicos y veo la televisión, y veo cómo los políticos, defendiendo lo indefendible, siguen manipulando a los pobres seres humanos para que mueran. Es el dinero, el poder, el que maneja a los seres humanos en las guerras. Fíjate la que se puede formar en Rusia, que lo estamos viendo ahora todos los días, o la que se puede formar en Malasia como no aparezca ese avión, o la que se ha formado en Egipto… Es una constante. ‘Hécuba’ es, por desgracia, una tragedia permanente en la vida de los seres humanos.
Si algo tiene la mitología que la hace grande es su permanencia en el tiempo…
–Bueno, esto está entre la mitología y la realidad, porque Troya existió. Fue aniquilada por un pretexto banal de un rapto y un adulterio, que ya me dirás tú lo que le importaba a ellos en aquel momento el adulterio cuando eran adúlteros todos. Era el pretexto de invadir una nación poderosa, rica y culta.
¿Tiene la mujer de hoy muchos rasgos de Hécuba?
–A mí lo que no me gustaría es que tuviera que hacer ese final tremendo de un asesinato a un niño con sus manos, no querría asesinar a nadie porque el ejemplo que tenemos que dar los humanos es no ser igual que los asesinos. En el caso de Hécuba, ejerce la venganza con sus manos porque no se puede estar más humillada. Le han quitado todo, y cuando a un ser humano se le quita la dignidad puedes esperar lo peor de él.
Parece que, tal como está planteada la realidad, la venganza está justificada…
–La venganza nunca está justificada, pero Eurípides lo cuenta así. Cuando escribió esta obra se tuvo que ir al exilio y regresó gracias a Sócrates, que lo protegía. Él escribió esta obra para criticar a un Gobierno corrupto que había en ese momento en Grecia. Por eso el teatro y la literatura siempre sirven para denunciar. Que luego sirva para algo más, no lo sé, pero los que nos dedicamos a esto con amor lo vemos así. Cuando hago este texto no es por casualidad. Era un momento de mi vida en el que yo quería decir lo que dice Hécuba a través de Hécuba, ya que yo no lo puedo decir como mujer y como persona.
En una realidad tan convulsa como la actual, el teatro, más que nunca, tiene una función muy importante…
–Siempre. El teatro, la literatura, el arte, la cultura… están ahí para denunciar. Que sirva o no, no lo sé, pero me siento en la obligación de hacerlo para que sirva. En el caso de Hécuba, al espectador, además de aprender, le sirve para pasárselo muy bien porque hasta cuando se sufre se pasa bien. Hay que llorar y hay que reír. Ahora toca llorar, que también es una manera de pasárselo bien.
Aparte de lo comentado, ¿cómo vendería al público onubense los grandes atractivos de la obra?
–No tengo más remedio que decirles que no se lo pueden perder, porque todos los espectadores que han visto Hécuba desde que estrenamos en Mérida en agosto, han salido sobrecogidos, emocionados, y han repetido. Tenemos un club de fans, como digo yo, que nos sigue a todas partes, y ve la función hasta seis y siete veces. Siempre encontrarán algo nuevo, siempre será una representación única. Es lo bueno que tiene el teatro, que cada representación es irrepetible.
¿Cómo se posiciona en el debate del incremento del IVA cultural?
–El teatro en España gusta muchísimo, sobrevive porque siempre ha habido una afición enorme. Nos afecta en que no hay productores que puedan sostener una nómina con un IVA tan cruel. Hay pocos productores que se atrevan a hacer teatro. Y a los espectadores, no se les puede poner una entrada a más de 20 euros, porque es imposible. El IVA es una crueldad contra la cultura, y no se puede razonar sobre ello porque no hay razón ninguna.
De lo que conoce del público onubense, ¿cómo lo definiría?
–Muy exigente, como debe ser. Es un público al que no le damos quizás porque no vamos mucho a Huelva. Las productoras se resisten por alguna razón que desconozco. Yo he ido siempre cuando era empresa, pero desde que me contratan me dicen “uy, Dios mío a Huelva, uy qué miedo”. Pues no sé miedo por qué si es una maravilla ir a Huelva. Pero lo del miedo, más que por el público, que es maravilloso, debe ser por algún problema económico que yo desconozco.