Woody Allen

Publicado: 02/12/2020
Autor

Luis Eduardo Siles

Luis Eduardo Siles es periodista y escritor. Exdirector de informativos de Cadena Ser en Huelva y Odiel Información. Autor de 4 libros.

La escritura perpetua

Es un homenaje a la pasión por escribir. A través de temas culturales, cada artículo trata de formular una lectura de la vida y la política

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En 1980 se estrenó en el Teatro Marquina de Madrid ‘Aspirina para dos’, en una fiel y delicada versión de ‘Sueños de un seductor’
En 1980 se estrenó en el Teatro Marquina de Madrid ‘Aspirina para dos’, en una fiel y delicada versión de ‘Sueños de un seductor’, y a los jóvenes de cuando entonces nos deslumbró una vez más aquel personaje creado por Woody Allen, que aparecía permanentemente aunque con distintos matices en sus películas y en su teatro, un personaje, aquí denominado Allan, parlanchín, intelectual, esquizofrénico, desajustado, y herido de amor, aunque tremendamente seductor en medio de su desequilibrio emocional, del que Linda, la mujer de la que se enamora en ‘Sueños…’ en medio del naufragio, afirma que es el hombre al que suelen describir como “el chico que vio ‘Casablanca’ 42 veces seguidas”.

El tiempo ha pasado por ‘Sueños de un seductor’, aunque posiblemente menos que por la mayoría de los espectadores de aquella remota función de 1980. La herida del tiempo, que escribió Priestley. Pero en la versión que ahora se ha estrenado en el madrileño Teatro Lara, protagonizada por un inspirado César Camino, está muy presente la vieja emoción de la escritura de Woody Allen, la descripción risueña de sentimientos desgarrados, la combinación de humor con emociones, y ese hablar constante entre idas y venidas sobre el escenario de lo que le ocurre al ser humano.

Allan, el protagonista, crítico de cine al que su mujer abandona y pide el divorcio, “mi abogado llamará al tuyo”, dirá, “yo no tengo abogado, que llame a mi psiquiatra”, responde él, se siente extraviado y solo, ella quiere ser protagonista de la vida y acusa a Allan de ser simplemente un espectador, “porque a ella le apasiona el submarinismo”. Allan recibe los consejos de Humprey Bogart, que recorre sus sueños. “No se te ocurra decir a esa chica que no bebes; puede tomarte por un monaguillo”. Allan: “Yo quiero ser un hombre de una sola noche, como Bogart”.

La sala Lola Membribes del Lara estaba llena -con las correspondientes medidas de seguridad- por un público que parece seguir a todos sitios a Woody Allen: al teatro, al cine, a sus libros -sensacional el éxito que cosecha estos meses su biografía, ‘A propósito de nada’-. Siguen a Woody Allen por su originalidad, por su causticidad y, sobre todo, por su talento. Son personas que llevan a Woody Allen en el corazón. Aunque Allen ya lo ha advertido: “Más que vivir en los corazones y en las mentes de mi público, prefiero seguir viviendo en mi casa”. Inmenso Woody Allen, también en este montaje protagonizado por César Camino y dirigido con afecto y cuidado por Ramón Paso.

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