La 40 Carrera Urbana Internacional Noche de San Antón cumplió la expectativas y fue sin duda
una de las mejores ediciones que ha habido y este es un éxito que puede atribuirse todo jiennense porque el hecho de que esta prueba deportiva haya crecido de esta manera y sea capaz de atraer a miles de personas a la ciudad es por una sola razón: que la ciudad de Jaén se vuelca al completo con ella.
Lo han hecho las administraciones públicas, en especial el Ayuntamiento, mimando la organización de la prueba y arrimando el hombro en lo preciso. Lo han hecho los atletas respondiendo en masa y logrando una de las carreras más rápidas que se recuerdan. Y por supuesto lo volvió a hacer la ciudadanía de Jaén que
se echó a la calle para que no faltase el aliento a los corredores en un solo metro del recorrido. Como jiennense, emociona y mucho ver a la ciudad mostrar esta autoestima y demostrar que Jaén es capaz de ofrecer mucho y bueno.
Seguro que, a pesar de lo vertiginoso de su carrera, se dieron cuenta de esto hasta
Hagos Gebrhiwet (27:57) y Lemlem Hailu (31:37), que batieron los récords masculino y femenino de la prueba para dar más pedigrí todavía al 40 cumpleañós de la San Antón. Tras ellos 9.900 corredores que se cantaron a sí mismos un merecidísimo ‘¡Campeones, campeones!’. El ambiente de la carrera, vivido desde dentro, es un auténtico privilegio. Uno apenas se da cuenta de que está corriendo porque el Gran Eje lo baja embobado con los disfraces, cada año más elaborados, de Spíderman, bailarinas, el ‘Capitán América’ del Real Jaén…
No faltaron este año tampoco los cánticos en el túnel bajo la plaza de los Perfumes. El eco de las paredes crea una atmósfera que hace que aquellos que han hecho cientos de kilómetros para acudir a la San Antón sepan de inmediato que no se han equivocado. Puede que alguno se lo replantease mediada la avenida de Madrid o al ver desde abajo la cuesta de los Escuderos. Es en esos puntos donde el apoyo de los jiennenses se hace más necesario y anoche lo hubo a raudales.
¡Menudo
acierto las actuaciones musicales durante el recorrido! Ayudaron a mitigar la única pega del mismo, el tapón que se genera cada año en el arco de las Bernardas y al que (ojalá la supiera un servidor) habría que tratar de buscarle una solución. Aprovechó la gente ese leve receso para bailar al son de la música de la Banda Sinfónica Ciudad de Jaén y para coger el aliento necesario para llegar a la Catedral.
La curva entre la Carrera de Jesús y la Plaza de Santa María es un espectáculo visual que hace olvidar el peso de las piernas. No lo saben, pero las miles de personas que gritan un nombre, que tienden la mano para que los corredores las choquen o que empujan con palmas, tienen gran parte de la culpa de que más de uno, en los que se incluye un servidor, sea capaz de llegar al final del Gran Eje.
Otro acierto es el de las pantallas para ver el desarrollo de la prueba y la llegada de los atletas desde distintos puntos de la ciudad.
Así nadie se pierde lo emocionante que es ver sobre la línea de meta los abrazos sinceros de amigos y familiares que han conseguido acabar juntos, los besos entre parejas que se reencuentran al final de la prueba o los aplausos desde la valla como reconocimiento a todos los que lo consiguieron, sin importar el tiempo que marcase el cronómetro.
Porque ayer a lo más alto del podio se subieron Hagos Gebrhiwet y Lemlem Hailu pero
quien ganó realmente la Carrera de San Antón fue la ciudad de Jaén.