Sorprendido por la agudeza jurídica del señor Casado, presidente del PP, y su interpretación ‘sui generi’ del Código Penal, que bien podría deberse a la rapidez con la que obtuvo el título de Derecho y a lo oscuro de su Máster y demás especialidades, quizás deberíamos seguir su ejemplo y empezar a repasar la labor de nuestros presidentes más atentamente.
No voy a negar que las continuas mentiras de Pedro Sánchez y su intención de continuar como presidente a cualquier precio merecen algún calificativo, aunque no sé si coincidiría con los que le dedicó Casado. Pero me pareció significativo el de "alta traición", tipificado como delito. Y me recordó a otros dos delitos: el de financiación ilegal, por el que se condenó al PSOE en el Caso Filesa, y el de pertenencia a banda armada, a los GAL, por el que fue condenada la cúpula del ministerio de Interior. Ambas condenas referidas a la época de Felipe González. El mismo que regaló a las grandes empresas públicas, el patrimonio de todos, o que nos metió en la OTAN a base de mentiras. Esos y otros delitos podrían definir un periodo que acabó siendo una traición a su partido, a su palabra y al futuro de España.
Aunque para mentiras, las del presidente Aznar, tutor del joven Casado, que, al igual que San Pedro, mintió al menos tres veces a España: con la existencia de armas de destrucción masiva en Irak para justificar una guerra; con los cuerpos de los soldados del Yak-42 y con ETA y la autoría de los atentados del 11M. Tres grandes mentiras a un país al que metió en una guerra sin cumplir lo fijado por la Constitución. Y esto, señor Casado, es un delito de traición a España según el 588 del Código Penal.
No podemos olvidarnos de la traición a España y a los españoles del presidente Zapatero, con la ayuda del por entonces diputado Rajoy, cuando un mes de agosto de 2011 vendió nuestro país, nuestra economía y nuestras riquezas y las puso en manos de bancos y multinacionales. España jamás recordará una traición más alta y una cobardía mayor por parte de un dirigente público.
Y si repasamos las legislaturas del señor Rajoy, las gürteles y Bárcenas, el uso de dinero público para llenar bolsillos privados y todas las infamias que la excusa de la crisis ha descubierto, encontraremos un sinfín de delitos económicos y de usurpación, es decir, de robo.
Así que, señor Casado, ya que empieza a repasar los apuntes de Penal, no se detenga en Pedro Sánchez. Siga con nuestra particular historia de traidores a España.