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Con perspectiva sureña

¿Corrupción? La tuya o la mía

Esta semana el PSOE andaluz vivió posiblemente uno de los días más horribilis de sus 140 años de historia. El martes, y después de una década en los...

Publicado: 21/11/2019 ·
22:49
· Actualizado: 21/11/2019 · 22:49
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Autor

Antonia Merino

Antonia Merino es una reconocida periodista y analista política y social de la provincia jienense

Con perspectiva sureña

La actualidad política y social vista desde la trinchera femenina y la experiencia de una veterana del periodismo jienense

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Esta semana el PSOE andaluz vivió posiblemente uno de los días más horribilis de sus 140 años de historia. El martes, y después de una década en los tribunales, la Audiencia de Sevilla anunciaba por fin la sentencia del caso ERE. Dicha sentencia consideraba probado que, durante una década, la Junta mantuvo un sistema de subvenciones irregulares, fuera del control de su Intervención General, con un coste total de 680 millones de euros. Un sistema que benefició a empresas en crisis y permitió el desvío de fondos públicos. Aquí no había financiación ilegal de partido ni ánimo de lucro, aunque ello no exime de su gravedad. La pregunta es dónde quedan los controles administrativos internos. El fallo, nada baladí, ha dado un importante balón de oxígeno al PP que ha salido en tromba para sacudirse la corrupción que asedia a su partido más allá de Despeñaperros. Es obvio que la condena ha dado suficiente metralla a los rivales del PSOE, basta con ver y escuchar sus alegatos para comprobar como durante esta semana algunos han enarbolado, no con cierto cinismo, la bandera de la honestidad y la ética política. La declaración institucional del presidente de la Junta de Andalucía forma parte de uno de esos alegatos de honestidad. Al igual que él, somos muchos los ciudadanos que sentimos una gran “vergüenza”, pero no solo por la trama de los EREs, sino también por la Gürtel, Púnica, Lezo, Operación Pokemon, 3%, Palau, Pujol… La lista sonroja a cualquiera, bueno, a cualquiera que guarde un mínimo de decoro. La corrupción, al igual que el terrorismo, es inadmisible proceda de donde proceda. Entre otros motivos, porque hay cosas que, por obvias que parezcan, deberían ser innecesario subrayarlas, pero parece que algunos aún no entienden que cada euro de dinero público que se despilfarra o se hurta va contra los intereses de todos. Pues bien, cada uno de esos euros que se evapora por el arte de birlibirloque va en detrimento de nuestros servicios públicos: menos personal sanitario, menos profesores, salarios indignos y peores condiciones de vida, especialmente para aquellos que disponen de menos recursos. Quizás por ello la credibilidad de las acusaciones varía en función de quien las pronuncia y, desde luego, no todos gozan de autoridad moral para reprochar las miserias del rival. Los políticos siguen sin entender que la corrupción no se puede utilizar como arma arrojadiza cambiando el discurso en función de si les afecta a ellos o al adversario. De igual manera que los ciudadanos tampoco pueden hacer lo propio en función de su ideología o del partido al que votan.

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