Pétalo y palabra

Publicado: 26/05/2021
Autor

Jorge de Arco

Escritor, profesor universitario y crítico. Académico de la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras

Notas de un lector

En el espacio 'Notas de un lector', Jorge de Arco hace reseñas sobre novedades poéticas y narrativas

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Además de su declarada devoción por la música y la pintura su decir se orienta hacia ese tiempo del ayer
   En 2016, vio la luz en la colección Vandalia “Pasión y paisaje”, de Jacobo  Cortines (1946). Se abrochaba, entonces,su poesía reunida que daba cuenta de sus cinco libros editados: “Primera entrega” (1978), “Pasión y paisaje” (1983), “Carta de junio y otros poemas” (1994), “Consolaciones” (2004) y “Nombre entre nombres” (2014). En aquel volumen, ya aparecía una muestra de su labor última bajo el título de “Días y trabajos”.Ahora, fruto del pausado y preciso quehacer del escritor sevillano en estos últimos años, esos “Días y trabajos” han tomado alma en un solo corpus que reúne veinticinco poemas.

En la jugosa “Adenda” que añadiera a su obra completa, recuerdo un apunte, fechado en abril de 2010, donde Jacobo Cortines anotaba: “Ensanchar mi vida. Ensanchar mi poesía, mis escritos. Vivir en las vidas de los otros, y que sus vidas vivan en la mía”.

Al hilo de la lectura de estos nuevos versos, su afán pareciera seguir intacto, pues su materia temática incide en una claridad que acerca al lector a la sólida complicidad con un yo que trata de entenderse a través de ese binomio “…pétalo y palabra/ son los ejes comunes de unas vidas/ que son la misma vida”.

Además de su declarada devoción por la música y la pintura -que aquí quedan reflejadas en sus bellos homenajes a Manuel Castillo, Alberto Zedda y Carmen Laffon-, su decir se orienta hacia ese tiempo del ayer (“Miro el sol de la infancia”) y del mañana “(¿Qué puede durar esto? No sabemos”). Además, los paisajes comunes, los territorios que fueron -y son- dicha y anhelo, recuperan un espacio prioritario y recuerdan la topofilia del geógrafoYi Fu Tuan, quien denominara de esta forma los vínculos afectivos y materiales que tiene el ser humano con la Naturaleza: “Temprana la mañana en los jardines,/ muy suaves la luz y los colores,/ el trinar de los pájaros más limpio/ y el cielo silencioso sin el viento”.

Capítulo aparte entraña el tema amatorio en el cual el autor andaluz se demora de manera doliente y emotiva a través de un itinerario elegíaco, que memora la pérdida de su esposa: “Cómo pesa tu ausencia cada día/ para mi débil cuerpo que se dobla/ y no puede seguir sus propios pasos”. Pero ese proceso de desconsuelo, de despedida, no tiene los mismos ecos de ruptura interior y desesperanza latentes, por ejemplo, en el “Trilce” vallejiano. Jacobo Cortines afronta ese adiós como un aprendizaje, como una forma de seguir amando y evocando en un intenso diálogo la figura de quien será siempre vívido presente: “Mayo fue el mes que tú elegiste. Desde entonces/ razón de mi vivir será cantarte/ y que el mundo conozca cuánto amor y belleza/ calladamente atesoró tu vida”.

La nostalgia por la certidumbre de las antiguas y sublimes ilusiones, de los sueños que aspiraron a trocarse verdad, los estragos de las guerras (“¿A dónde vas, Europa, abandonada?”) los inevitables efectos de la pandemia y, por ende, el confinamiento…, completan un volumen que da sentido a lo legítimo, a todo aquello que es inherente al ser humano, y que afianza en la semántica de su autor la seducción de su mejor poesía.

 

 

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