Domingo 6:00 a.m. Una energía inusual me levanta de la cama con el primer pitido de la alarma. Uno sólo -inexplicable- ha sido suficiente para ponerme en marcha para acompañar a los profesionales del campo en su histórica manifestación en Madrid. Salgo y aún es noche cerrada. Algún joven con bastante menos energía que yo, realiza el sentido inverso camino a casa. Pienso que a esta hora, muchos agricultores, ganaderos y pescadores comienzan su jornada. El campo es así, no entiende de días de la semana ni de horarios de oficina.
Al llegar a la estación,a pesar de la dura situación que están viviendo, el ambiente es festivo. Van a reivindicar lo que creen que es justo: una necesaria reducción de costes, eléctricos y combustibles, unas imprescindibles inversiones en infraestructuras hídricas, una PAC digna, unos precios que les permitan seguir trabajando. Sí, unos precios que permitan vender por encima de los costes, porque el campo español sigue contando en pesetas.
Cientos de miles de agricultores dejaron sus tractores aparcados para ir a la capital a luchar por el campo español y por nuestra economía. Cuando los tractores no están en el campo, sino cortando carreteras, créanme que es porque el sector no puede más. Fue una manifestación tranquila y sosegada, pero exigente. Con el saber estar de unos profesionales que entienden de lo esencial, de la naturaleza.
Pasan los días tras el 20M y ni una respuesta del gobierno. La situación de costes descontrolados y la inflación desorbitada ha hecho que los transportistas tampoco puedan continuar su trabajo y ya llevábamos más de una semana de paros. Esta crisis del transporte afecta de manera directa al sector rural y vemos como se ha dejado de recolectar los frutos rojos en Huelva y se tiene que tirar la leche en Galicia. Muchos animales no tienen pienso para comer. El resultado son supermercados vacíos y falta de producto.Más crisis para el mundo rural, y el gobierno sigue sin dar ni una sola medida.
Somos la despensa de Europa y nuestros productos se exportan a todos los continentes. Nuestro aceite es oro líquido, nuestro jamón único, nuestro vino... Como decía Delibes, “España, un inmenso campo fértil en esencias rurales. Ortega piensa que otros pueblos, no el español, han sido capaces de organizar ciudades modernas, producto del capitalismo de los últimos siglos. Nosotros no hemos sabido o no hemos podido hacerlo. Somos campo”. Juntos por el campo.