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Lidia Hernández, cantaora: “He comprobado lo mucho que me quiere Jerez”

Tras triunfar con la saeta, muchos han sido los que la han parado por la calle para reconocerle su valía como cantaora

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  • Lidia Hernández en los Claustros de Santo Domingo. -

Cuenta Lidia Hernández (Jerez, 1984) que mientras sus amigas de la infancia cantaban las canciones del grupo británico Spice Girlsella prefería escuchar las bulerías de Luis de la Pica. No tenía más de ocho años cuando conoció su interés por el cante flamenco más auténtico del barrio de Santiago. Se ha criado en una familia de la calle Merced, “allí me pasaba los días y los días con mi abuela”, en la que no había ningún cantaor profesional pero en la que sí se escuchaba buen cante y “otros tipos de músicas”, y hasta alguno de sus antecesores cantiñeaban en algún momento de reunión “y mejor que yo, con más potencia de voz”.

Más tarde, cuando estudiaba en el Instituto Santa Isabel de Hungría, pared con pared con la iglesia en la que vive la patrona de Jerez, la Virgen de la Merced, formó parte, junto a sus compañeras, del coro de villancicos que por entonces participaba en los concursos de la televisión pública y que tenía bastante repercusión en la ciudad cada Navidad. “Recuerdo con un villancico que nos hicimos muy populares,Ea la ea, yo hacía el solo y luego hasta en la calle me reconocían por eso, me reconocían”, cuenta la jerezana.

Poco a poco fue sumándose a programaciones de algunas peñas como la Tertulia Flamenca Pepe Alconchel o Don Antonio Chacón, donde habitualmente debutaban las nuevas generaciones, aunque no le tiembla la voz y reconoce que “todo lo que conseguía lo hacía por méritos propios, nadie me ayudaba ni me encajaba en otros ciclos”. En otro de los concursos que participó, ya en solitario, ganó el premio que le llevaría a estudiar y formarse en la Fundación Cristina Heeren de Sevilla, con maestros como Esperanza Fernández y José de la Tomasa, época que la recuerda como “bonita, aprendí y sí me sentí muy apoyada por la gente de allí, pero sí que es cierto que era complicado estudiar delante de un radio casette porque en Jerez todo se aprende más de forma autodidacta,somos más dinámicos,escuchamos cante en la calle o en cualquier evento por lo que no me trajotantos frutos”.

El 2023 está siendo un gran año para Lidia, sobre todo por la repercusión que ha tenido su paso por el Concurso Nacional de Saetas de la Peña Buena Gente, en el que ha quedado en segundo lugar por detrás de Juan de Mairena. “Estoy contenta por el premio, yo considero a Juan como un gran cantaor y por eso estoy orgullosa, no voy a entrar en otros comentarios porque sí que mucha gente me ha comentado que debían haberme dado el primero. Eso es lo que he vivido en la calle esta Semana Santa en la que me he dado cuenta lo que me quiere Jerez, sin diferencias de gitanos o no gitanos, y eso me alegra. Referentes como Ángel Vargas o Joaquín El Zambo me han aplaudido y animado en algunos encuentros que hemos coincidido y con eso es lo que me quedo”, reconoce y bromea, “a veces me dan la enhorabuena pero parece que me dan un pésame, por aquello de que me deberían, según algunos, haber nombrado ganadora. Eso es típico en un concurso, la polémica, pero no voy a entrar personalmente”.

Al margen de cualquier comentario a favor o en contra del  fallo del jurado, “yo me siento feliz y soy más de pensar hasta donde he llegado, en la vida en general, y no quedarme en ningún sentimiento de frustración porque son muchos los que hay cantando y cada uno tiene su sitio”.

Lidia admira el cante de Caracol, Fernando Terremoto o la familia de Los Zambo, “y de muchos más porque siempre se aprende algo”, y ha conseguido criar a su hija con el cante aunque ahora lo compagina con sus labores como trabajadora social. Dice que “yo soy muy inquieta, me parecía aburrido trabajar solo los fines de semana cantando en fiestas o cualquier evento que saliera” y admite que se considera una mujer con suerte en el trabajo “porque son los dos apasionantes”. También es cierto que no siempre se saca un sueldo óptimo con el cante, “he preferido tener una seguridad laboral y en lo económico”.

Este repaso somero a la realidad de Lidia es preciso para subrayar algunos datos desconocidos de quien ha sido la mujer de moda en la saeta de Jerez esta Semana Santa, “me han parado en cada rincón para preguntarme dónde cantaba esa noche”. A todo esto, su hija (menor de edad), “me reñía porque no llegábamos a tal sitio y yo bromeaba diciéndole que era más famosa que Beyoncé”. Siente locura por su niña Gabriela y por eso “he querido trabajar de una manera u otra, para darle lo mejor a mi hija. Además, si me he presentado al concurso de saetas es por el dinero, no por necesidad de demostrarle a la gente cómo canto”. Lidia es clara y transparente, con las ideas claras y con ganas siempre de compartir un rato de cante bueno cuando se tercia, no solo en Semana Santa.

 

 

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