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Viernes 28/06/2024  

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El pacto hispano-británico sobre el sumergible ?Tireless?

La Comarca se planteó adoptar medidas contundentes si el reactor del HMS Tireless se encendía en la base naval de Gibraltar. El embajador británico en Madrid, Peter Torry, dijo a los alcaldes que pese al peligro la operación se llevaría a cabo.

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Los alcaldes del Campo de Gibraltar junto al por aquellas fechas de febrero de 2001 presidente de la Mancomunidad de Municipios, Manuel Manella y de miembros de la plataforma antisubmarino, viajaron a Madrid para reunirse en la embajada del Reino Unido con su titular, Peter Torry, quién les dejó bien claro que pese al peligro latente que suponía el encendido en la base naval gibraltareña del reactor del HMS Tireless, la operación se llevaría a cabo, como así fue finalmente.

La delegación campogibraltareña aprovechó el viaje a la capital para hacer entrega en Moncloa de una carta en nombre de las instituciones locales y de la Plataforma Ciudadana creada en la comarca tras la llegada del submarino nuclear de la Royal Navy al Peñón, en la que se rechazaba la reparación del Tireless en un puerto que no reunía las condiciones adecuadas para este tipo de trabajo.

Los ediles colegían que la presencia de 250.000 personas en el arco de la bahía hacía desde todo punto desaconsejable el realizar operaciones como las que se estaban efectuando en el fondeadero del South Mole dentro de la base naval gibraltareña.

Recogía el escrito así mismo que la ciudad de Gibraltar y la de La Línea se encontraban simplemente separadas por una verja, siendo la distancia en que se hallaba atracado el sumergible y las primeras edificaciones de la ciudad española de menos de 2.000 metros, separación que en el caso de cualquier accidente relacionado con la energía nuclear resultaba insignificante.

Se comentaba también que se habían remitido múltiples escritos, tanto a las autoridades españolas como británicas, en los que se solicitaba que las reparaciones del Tireless se efectuasen en su base de Devonport (Reino Unido) único lugar previsto y adecuado para el tipo de operación que necesitaba el submarino.

Obviamente no se recibió la menor respuesta de ninguna de las dos partes porque ya habían pactado desde hacía varios meses que el Tireless fuese reparado en Gibraltar, abriendo con ello un clima de concordia en las relaciones británicas y española, que transcurrido un tiempo desembocó en un acuerdo de co-soberanía en torno a la colonia, que no llegó a fructificar ante el masivo rechazo de la población yanita que se lanzó a la calle para pedirle a Londres que se olvidase de la propuesta ya que para ello debería previamente de contar con su consentimiento.

Gobierno ingenuo
Lo que resulta pueril es que el Gobierno español que lideraba José María Aznar fuese tan ingenuo y se creyese la “buena voluntad” del Reino Unido para alcanzar un acuerdo compartido con España sobre Gibraltar, conociendo de antemano que al final se saldrían por la tangente, como es habitual en ellos, alegando que ante todo debería prevalecer la voluntad de los gibraltareños. Pero Londres, consiguió lo que pretendía y que era que el Gobierno español se mostrase participativo en los trabajos del S-88.

Pero es que además los alcaldes se encontraron también, pese a sus reiteradas protestas, con una Unión Europea que siguió de refilón el tema del HMS Tireless, sin ningún género de dudas porque sabía de antemano que existía un pacto implícito entre Londres y Madrid para reparar el submarino en el Peñón.

De nada sirvió que se alegase ante la Comisión Europea que se vulneraban normas comunitarias y al efecto el Parlamento Europeo en el curso de una sesión celebrada en Estrasburgo el 14 de diciembre de 2000, pidió una mayor información a la Comisión de Peticiones del máximo organismo comunitario, que finalmente terminó en un mero trámite sin la mayor repercusión.

Como por entonces Suecia ostentaba la presidencia de la UE los alcaldes giraron una visita a la embajada de dicho país en Madrid donde fueron recibidos por el responsable de la cancillería al que trasladaron su malestar por el caso del Tireless.

La petición de los alcaldes de que el reactor del submarino fuese encendido lejos de la bahía, una vez efectuadas las reparaciones pertinentes carecía de consistencia, ya que por otra parte el sumergible debería zarpar con su propia máquina y para ello era imprescindible proceder a la puesta en marcha del reactor en el propio South Mole, ya que la cantidad de energía eléctrica que se necesitó para ello ocasionó por un tiempo la suspensión del suministro a una parte de la población, al tener que emplearse una parte de los alternadores cuya producción se desvió hasta el muelle de la base naval.

Una vez más, como tantas han sucedido a lo largo del contencioso, el Reino Unido jugó hábilmente sus cartas y consiguió contraviniendo todas las normas de seguridad vigentes en lo que a materia nuclear se refiere, que el S-88 fuese reparado en el Peñón. Han transcurrido diez años y el tema nos aparece como muy lejano, pero la preocupación que el HMS Tireless dejó en la bahía no se ha olvidado tan fácilmente.

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