En la panadería y pastelería La Gloria de la plaza Candelaria una clienta se quejaba ayer de la vuelta que había había tenido que dar para llegar. Y no era para menos. Tuvo que cruzar una calle paralela para poder comprar el pan como un día cualquiera. Las ventas, lógicamente, han bajado, comenta la trabajadora, aunque era lo previsible. Con la plaza levantada todo el verano, desde finales de junio, las consecuencias no se han hecho esperar en el edificio de apartamentos turísticos de Candelaria 10, también en el tramo afectado por los trabajos, donde ha habido cancelaciones por el ruido y las molestias derivadas de las máquinas. Incluso han tenido que anular reservas porque suelen alojarse personas mayores y en el establecimiento no podían garantizar la seguridad al acceso. El que los taxis tampoco pudieran dejarlos en la puerta o en las proximidades como es habitual, tampoco ha ayudado.
Con esta perspectiva, es normal que establecimientos emblemáticos en este enclave como Café Royalty, den ya el verano por perdido. Su local es visita obligada para los turistas, y una buena parte de ellos ha descartado este punto de su hoja de ruta ante el estado de la plaza. “Nos ha fastidiado muchísimo. Lo que pierdes en tres meses, no lo recuperas ya en tu vida. Se acabó. Nosotros hemos facturado entre un 30 y un 40 por ciento menos”, señala a VIVA CÁDIZ su propietario, que entiende incluso la reacción de los turistas cuando su local se cae de la hoja de ruta. “La polvareda es brutal, la gente no puede entrar, ni se asoman. Nosotros dentro tenemos que cerrar las ventanas. A nadie le apetece tener una obra enfrente con tanto ruido y tomarse un café aunque dentro tenga la Capilla Sixtina de Cádiz. El típico turista directamente no entra en la plaza al verla en obra”, señala.
Ayer mismo, los trabajadores del establecimiento tuvieron que llamar a los responsables de la obra porque no sabían de qué manera acceder al establecimiento, dado que estos días están inmersos en los trabajos de enlosado y parece que se adentran por fin en la recta final de esta primera fase. Empezar a ver la luz “Nos dijeron que acabarían a finales de agosto, luego a finales de septiembre... yo lo único que sé es que todavía tengo una valla a un metro de mi puerta. Nos hemos comido tres meses y medio, cuando si la obra se hubiera hecho después del verano, con más personal y sin jornada intensiva, se hubiera hecho en menos tiempo. Por mucho que la plaza quede más bonita, más nivelada, ya eso no lo vamos a recuperar”, se lamenta.
En el restaurante Sonámbulo llevan todo el verano escuchando que “queda poquito y hasta el viernes pasado no se pusieron a hacer mi fachada. Está toda la plaza patas arriba. Y ahora nos queda la colocación de farolas, la iluminación y adecentar todo, los plazos se lo han comido”, se queja su gerente. Cifra las pérdidas en torno a un 15% , aunque reconoce que en julio se pensaron lo peor. “Agosto se ha compensado un poco porque la gente se ha volcado”, indica agradecido a su clientela fiel.
Casi un millón y nueve meses de duración
Las obras de reurbanización arrancaron a finales de junio, tienen una duración prevista de nueve meses y un presupuesto de 943.610 euros. Según señaló el Ayuntamiento, la plaza ganará en accesibilidad, ya que el proyecto contempla la transformación en plataforma única de todo el perímetro de la plaza y la instalación de rampas en los cuatro puntos de acceso a la parte central de la misma. El propio alcalde, Bruno García, lamentó las molestias causadas y avisó de que estarían con los negocios para apoyarles.