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Ken Loach multiplica las amenazas sobre un mundo en guerras y crisis en 'The old oak'

"No recuerdo otra época en que la extrema derecha haya sido tan fuerte como ahora", insiste con pesimismo

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Camino de los noventa años se dirige Ken Loach y el realizador británico todavía preserva su apresto de hombre vital y cineasta comprometido, aunque un tanto pesimista en su última película ("The old oak") donde vislumbra un mundo disuelto en guerras, crisis humanitarias y la amenaza del cambio climático.

"Vivimos una época de gran peligro en la que necesitamos unirnos para construir un poder que nos de un poco de esperanza", ha resumido Ken Loach (Nuneaton, Reino Unido, 1936) durante una comparecencia posterior a la proyección de "The old oak" que, tras su paso por Locarno y Cannes, llega ahora a España a través de la 68ª Seminci.

Ha acusado al capitalismo y a la "extrema derecha" del que percibe como "el periodo más peligroso" de una biografía personal, la suya, en la que desde muy niño pudo contemplar "campos de concentración", un catálogo de riesgos al que ha añadido la "catástrofe climática: ¿qué futuro vamos a dejar a nuestros hijos?", se ha preguntado.

Extrema derecha

"No recuerdo otra época en que la extrema derecha haya sido tan fuerte como ahora", ha insistido en el pesimismo de un mensaje del que ha desligado, como única esperanza, la solidaridad necesaria para cauterizar la progresiva intensidad de los conflictos que atenazan a la sociedad: "Sin solidaridad no hay solución", ha puntualizado.

De todo ello habla en "The old oak", con la inseparable colaboración de Paul Laverty como guionista de cabecera, película con la que aspira a engordar su laureada y extensa trayectoria en el festival de cine de Valladolid, donde acumula dos Espigas de Oro (1971 y 2002), una de Plata (1991) y un Premio del Público (2004).

Israel y Palestina

Esa "experiencia de la destrucción", como ha definido a las guerras durante un somero repaso de la realidad internacional, "la viven ahora los gazatíes que ven cómo mueren las mujeres y matan a sus hijos, son historias verdaderamente horrorosas", una "atrocidad deleznable" de la que ha responsabilizado a ambas partes: Israel y Hamas, a través de "dos tremendos errores", ha subrayado.

Las guerras originan éxodos de la población civil afectada, caso de la crisis de refugiados abierta en 2015/2016 durante el conflicto en Siria, cuando miles de familias pusieron sus ojos en Europa para comenzar una nueva vida, también en Reino Unido como cuentan Loach y Laverty en este largometraje que ha sido muy bien acogido en la 68ª Semana de Cine de Valladolid (Seminci).

Pero la película "no es un discurso político sino un relato", es el cine como herramienta para mostrar la realidad y señalar vías, se ha apresurado a matizar Ken Loach antes de insistir en la solidaridad como el itinerario que puede restañar las heridas del mundo en curso.

"Si reconocemos lo que compartimos todos y nos apoyamos mutuamente, seremos muchos más fuertes" para combatir, entre otras lacras, la de un racismo procedente, en su opinión, del aprovechamiento que hace la "extrema derecha" de las sociedades debilitadas por la precariedad económica y laboral.

Es lo que sucede en un modesto núcleo próximo a Durham (noreste de Inglaterra), donde en el filme de Loach llega un grupo de sirios refugiados que no son bien recibidos por una parte del microcosmos local: parados, jubilados y prejubilados tras el cierre de la industria minera que sustentó la vida durante generaciones.

Desconfianza, odio, arrebatos, inquinas y rechazo hacia los refugiados de la película prenden "la semilla del racismo" en quienes como ellos carecen de una perspectiva de futuro, hasta que se dan cuenta de que comparten similares problemas: es la solidaridad a la que apela Ken Loach en esta cinta.

"Donde hay que mirar no es al inmigrante", como a su juicio quiere "la extrema derecha que entra en acción", sino en las causas que han dado lugar a una "economía colapsada" que padecen todos, europeos y refugiados, ha apuntado.

Festivales necesarios

Los festivales de cine, como el de Valladolid que conoce desde hace más de medio siglo, representan para el prestigioso cineasta británico un reducto para la supervivencia del cine independiente, "son faros de esperanza" frente a la "colonialización de la industria de Hollywood", ha reflexionado.

La reciente huelga de guionistas en Hollywood, ha puesto como ejemplo, ha obligado al cierre de muchas salas comerciales en Europa como consecuencia de la gran dependencia de la industria estadounidense (la globalización y el capitalismo extremo llevado al terreno de la producción cinematográfica).

También ha teorizado a este respecto Ken Loach al reclamar a las instituciones comunitarias "un cambio político capaz de generar un sector cinematográfico independiente, diverso y robusto porque (en Europa) tenemos muchas culturas y el cine es capaz de reflejarlas todas", ha concluido.

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