A lo largo de 35 años, son muchas las cosas que han pasado en Huelva pero es su crónica más negra la que ha dejado el corazón roto a los onubenses. Una Huelva de luto que llorará eternamente por unos sucesos que trazan líneas paralelas: la desaparición de menores, una ciudad movilizada en su búsqueda y el peor desenlace posible con la aparición de sus restos y la confirmación de una muerte violencia.
Eran principios de los 90, concretamente febrero de 1991, cuando la capital onubense se paraba por la desaparición de Ana María Jerez Cano, que apenas tenía diez años. Tuvieron que pasar 69 días para que se conociese su trágico final: su cuerpo fue hallado en aguas de la ría de Huelva. Había sido violada y asesinada por José Franco ‘El Boca’, que sería condenado a 44 años de prisión.
Diecisiete años después, en enero de 2008, se repetía la historia: desaparecía una pequeña y tras una búsqueda incesante, su cuerpo aparecía meses después en la ría de Huelva. El caso de Mari Luz, que apenas tenía cincos años, conmocionó a España entera. Todo el país empatizó con su padre, Juan José Cortés, que cada día comparecía ante una multitud de periodistas, en su barrio de El Torrejón, pidiendo el regreso de la pequeña.
Dos meses después, en marzo, su cuerpo aparecía también en la ría de Huelva y finalmente era detenido por su asesinato un pederasta que en ese momento tendría que haber estado en prisión cumpliendo condena. Santiago del Valle vivía a apenas unos metros de la familia Cortés y desde el primer momento fue señalado. El juicio, en febrero de 2011, supuso un despliegue sin precedentes en la Audiencia Provincial de Huelva por el interés mediático que suscitó el caso. Santiago del Valle se sentó en el banquillo junto a su hermana, Rosa del Valle. Él fue condenado a 19 años de cárcel por un delito de asesinato y otros tres años por un delito de abuso sexual, con el agravante de incidencia, mientras que su hermana fue condenada a nueve años como cómplice del crimen.
Meses después de ese juicio, en octubre de 2011, a Huelva volvería a encogérsele el corazón por la desaparición de dos pequeños, Ruth y José, que si bien desaparecieron en Córdoba cuando estaban con su padre, los hermanos residían en Huelva capital. Este caso fue especialmente duro porque finalmente el responsable del asesinato de los menores fue su propio padre, José Bretón, que habría simulado su desaparición y después habría quemado sus cuerpos en una finca de la familia en Córdoba.
Durante meses, Huelva arropó a su madre, Ruth, y salió a la calle a pedir el regreso de los pequeños, hasta que cualquier atisbo de esperanza se desvaneció tras comprobarse que los restos óseos hallados en una hoguera apagada eran de dos menores. Bretón fue condenado en 2013 a 40 años de prisión por asesinar y quemar a sus hijos, aunque la Audiencia de Córdoba determinó en 25 años el límite de cumplimiento de la condena. Aún tendrían que pasar unos años para que empezara a hablarse en el país de la violencia vicaria.