La plaza Belén va a incorporar en apenas unos meses cinco pequeños apartamentos que tienen la singularidad de encontrarse enclavados entre el centro cultural de Lola Flores -ya en funcionamiento- y el Museo del Flamenco de Andalucía -cuyas obras concluirán a lo largo del primer semestre de este próximo ejercicio-.
La construcción de estas viviendas se encuentra ya bastante avanzada después de una primera fase que ha resultado más compleja de lo que se preveía dada la
escasa superficie de la que se disponía y el hecho de que la misma se distribuyera además en
cinco niveles de altura diferentes.
El proyecto
ha sido concebido por el arquitecto Rafael Iniesta, que ha aprovechado al máximo las posibilidades de
una “finca de residuo” que “no quería nadie” y que ahora se va a “mimetizar” con los dos museos de tal manera que desde la plaza Belén “pasará desapercibida”.
“Desde la plaza se verán los dos museos y entre medio de ellos quedarán los viviendas, de las que apenas se verá una puerta”, explica. La promoción ha sido impulsada por particulares y en principio tiene uso residencial, si bien cada propietario tendrá la posibilidad de decidir el futuro de su apartamento una vez concluyan las obras.
La actuación
rehabilita un edificio ya existente compuesto de tres plantas sobre rasante desglosadas en cinco niveles diferentes con 315 metros cuadrados de superficie construidos. Las viviendas se componen de salón comedor, cocina y dormitorio. La singularidad del terreno ha obligado a que todas ellas sean diferentes.
La composición en planta contempla la peculiar condición de edificio (entre dos museos), la ubicación de la escalera y el programa de necesidades requerido por el promotor. Partiendo de estas premisas se ha proyectado una distribución con el mínimo de espacios residuales, actuando el núcleo de comunicación vertical como elemento vertebrador del espacio existente.
De este modo,
se proyecta una escalera que libera un ojo central que permite llevar la luz a los niveles inferiores, con rellanos en los accesos a las viviendas y en la propia entrada al edificio desde la plaza Belén. Este se produce en un nivel intermedio equivalente con una planta desde la calle Doctor Lillo, por lo que se accede en un nivel intermedio de las tres plantas de las que dispone. Se está recurriendo además a las técnicas y materiales utilizados de manera tradicional en las construcciones del centro histórico de la ciudad, como son la madera, la cal y las baldosas cerámicas.
El resurgir del centro histórico
El estudio de arquitectura Iniesta Nowell está trabajando en otros proyectos en esta zona de la ciudad, que está experimentando un resurgir gracias fundamentalmente a las inversiones que se están desarrollando en la misma. Así, Rafael Iniesta percibe “un interés” de la promoción privada “a raíz de la construcción de los dos nuevos museos y de los hoteles proyectados en la antigua Comisaría y en la propia plaza Belén”.
Tanto es así que
“se están comprando fincas” con el objetivo de acometer “intervenciones de menor tamaño” y transformarlas en “viviendas o apartamentos”. El mayor interés se localiza ahora en la calle Barranco y la plaza Belén, que va a convertirse en un corredor sumamente atractivo para la actividad turística, garantizándose un “flujo de movimiento de gente” al que no es ajena la inversión privada.
Si todo sigue su curso
lo lógico es que ese mismo interés se traslade a medio plazo a otras zonas del entorno más próximo, como la plaza San Lucas o la plaza del Mercado, que este próximo año va a ser objeto de un ambicioso proyecto de reurbanización coronado además por las primeras actuaciones de recuperación del antiguo palacio de Riquelme.
No en vano, este mismo estudio de arquitectura ya está trabajando en el desarrollo de nuevos y singulares proyectos de rehabilitación en el entorno de la calle Justicia, que es una de las más degradadas del centro histórico. El lento resurgir del Jerez intramuros parece ahora bastante más cercano en el tiempo.