En el otro extremo del ambiente multitudinario que ha dejado el puente de la Inmaculada en el centro de Jerez
para disfrutar de las zambombas están los vecinos que residen en el centro de la ciudad, que se llevan la
cara menos amable de estas celebraciones masivas. Desde la Asociación de Vecinos del Centro Histórico han denunciado en su cuenta de Facebook que en los últimos años "han ido a peor" debido al ruido, a la complicación de la movilidad de los residentes ante la "masificación" existente y a la insalubridad. Estas circunstancias han convertido a las zambombas en una "pesadilla" para todos ellos y en un modelo “encaminado a convertirse en Magaluf”, advierten desde el colectivo.
“Cuando el turismo y los visitantes de la ciudad no aumentan la calidad de los que vivimos en ella es un turismo tóxico”.
La presidenta de la Asociación de Vecinos del Centro Histórico, Tamara Jiménez, ha lamentado la evolución que están teniendo estas fiestas tradicionales y alerta de que se está produciendo “una terrible desvirtualización y mercantilización de las zambombas, un bien de interés cultural más cercano a la comercialización que a la cultura”, señalan para referirse a las imágenes viralizadas el pasado 8 de diciembre con una gran masa de personas a los pies del edificio Gallo Azul, donde un grupo entonaba villancicos flamencos desde uno de sus balcones que dan a la calle.
"Durante estas semanas estamos viviendo la pesadilla de cada año. Calles convertidas en ratoneras, ríos de orina en nuestras calles, vomiteras en nuestras puertas, cristales rotos en nuestras plazas, destrozo de mobiliario urbano, y sin hablar del ruido y de la imposibilidad de salir y de entrar de nuestros hogares. No se puede pretender enriquecer a un colectivo a costas ni de otro ni de todo", ha aseverado Jiménez, que asegura que este año
“está siendo especialmente infernal”.
Por esta razón, desde la asociación vecinal han pedido al Gobierno local del PP que se “replanteen” el modelo actual de estas fiestas, a través de un bando municipal “que proteja nuestras fiestas y que no lo permita todo”, haciendo hincapié en que “no cualquier espectáculo pueda llamarse zambomba” y “donde se permita sin limitación la ocupación del espacio público y no se respete el descanso ni la convivencia vecinal”.