Desde el inicio de la guerra en Gaza, hace casi seis meses, más de 1.130 palestinos han tenido que abandonar sus aldeas en el territorio ocupado de Cisjordania debido a un repunte de la violencia de los colonos israelíes, amparada por el ejército, y un auge estatal para deportar a más palestinos.
"Empezamos a tener mucho miedo por nuestros hijos y tuvimos que irnos al cuarto o quinto día de guerra", relata a EFE el pastor palestino Mohamad Yawara, de 33 años, sobre el día que se vio obligado a dejar atrás la comunidad pastoril de Khirbat Ain al Rashash, donde vivían 85 personas de 18 familias.
El 9 de octubre, los colonos bloquearon la carretera que conduce hasta esta aldea e impidieron la llegada de un camión cisterna de agua, lo que obligó a los residentes a trasladar 1.500 cabezas de ovejas al pueblo cercano de Duma. Además, cortaron cualquier acceso terrestre, incluido el que les llevaba a un manantial.
Yawara recuerda un largo patrón anterior de vejaciones, amenazas verbales de muerte y arrestos. No olvida la paliza que unos colonos le propinaron a un octogenario de la comunidad en junio de 2023, cuando destrozaron paneles solares e infraestructura.
El 13 de octubre, todas las mujeres y los 25 niños del pueblo se marcharon, y tres días después, lo hicieron los hombres. Khirbat Ain al Rashash desapareció forzosamente del mapa, al igual que lo han hecho otras 16 comunidades palestinas -vaciadas a la fuerza- desde el inicio de la guerra en Gaza.
"Todo el sistema los protege", explica sobre la violencia colona Dror Etkes, fundador de Kerem Navot y quien desde 2002 monitoriza la política israelí de asentamientos. "Se trata de un paquete de seis o siete piezas. Los colonos reciben dinero público para asentarse, asignación de tierras, una ubicación; les ofrecen carreteras, casas móviles, equipamiento, protección militar", detalla.
Cuatro incidentes de colonos al día
Además de esas 17 comunidades desaparecidas, al menos otras seis han sido parcialmente evacuadas, según los últimos datos de la oenegé israelí Btselem, que menciona como desencadenantes demoliciones de viviendas palestinas, disparos deliberados contra pastores, o el abandono forzoso de cultivos y olivares tras ser declarados "áreas militares cerradas". Todo, ante la inacción o el respaldo de soldados israelíes.
"No solo se ha producido un repunte de violencia desde la guerra, sino que la violencia es más severa", dice Etkes, que recuerda que muchos colonos en asentamientos y outposts (campamentos improvisados ilegales tanto según la ley israelí como internacional, que suelen ser aprobados retroactivamente como asentamientos) van armados y que la línea entre "milicias armadas y soldados se ha difuminado".
Desde el 7 de octubre han muerto al menos 9 palestinos a manos de colonos y 3 más en altercados con fuerzas israelíes y colonos; en un total de más de 700 incidentes violentos registrados en Cisjordania y Jerusalén Este, según datos de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA). Equivale a cuatro ataques diarios.
Deportación y confiscación de tierras por Israel
Paralelamente, Israel ha consolidado su presencia en la 'Área C' de Cisjordania, que controla militarmente y abarca el 61 % de Cisjordania. Entre octubre y enero, los colonos construyeron al menos 11 outposts y 18 caminos alrededor y en asentamientos, según Peace Now, junto con kilómetros de vallas y cientos de barricadas que impiden a los palestinos acceder o salir de cientos de comunidades.
Esto ha supuesto la ocupación 'de facto' de grandes extensiones de tierra de propiedad palestina junto a restricciones masivas de movimiento, combinado con la confiscación de unas 1.100 hectáreas en el valle del Jordán y otros lugares alrededor de Jerusalén.
El colono y ministro de Finanzas israelí, Bezalel Smotrich, anunció en febrero la construcción de más de 3.300 nuevas viviendas en tres asentamientos, en respuesta al tiroteo perpetrado por tres palestinos un día antes, en el que murió un colono del asentamiento de Maale Adumin.
Como la colonización, la violencia -aunque no es nueva- se ha intensificado en Cisjordania desde el 7 de octubre, cuando el Ejército israelí intensificó sus ya frecuentes redadas. Desde entonces han muerto unos 460 palestinos en incidentes con Israel, la mayoría en enfrentamientos armados con tropas.
"Que todo terrorista que planee hacernos daño sepa que levantar un dedo contra ciudadanos israelíes recibirá un golpe mortal y destructivo, además de la profundización de nuestro control eterno sobre toda la tierra de Israel", afirmó Smotrich.
La comunidad pastoril Ain al Sukhun, en el Valle del Jordán, ha sido la última en desaparecer: el 21 de marzo, 37 personas dejaron atrás sus casas, diez días después de que colonos se asentaran a decenas de metros de la comunidad hostigándoles.
Cada día que pasa Yawara ve más difícil regresar y recuperar la vida que logró mantener, pese a la violencia, hasta octubre. Dice que los colonos no pararán hasta que los expulsen a todos. "Teníamos la certeza de poder volver en un 50 %, pero cuando vimos que crearon la carretera ya no creemos que sea más del 20 %", se lamenta.