Se acerca el verano y con él, las altas temperaturas. Ya empiezan a darse avisos amarillos en ciertas zonas de nuestro país por el calor y los agricultores ya tienen un ojo puesto en este escenario. Los profesionales del campo esperan un verano “suave” y lo que más temen es a los picos altos de temperatura, a esas olas de calor que en otras ocasiones han hecho tanto daño a las plantaciones y que podrían “tirar al traste” todo el trabajo del año y lo que se ha podido salvar después de las lluvias de esta primavera.
Cuenta José Pravia, presidente de Asaja en Cádiz, que “las temperaturas altas no son muy buenas. Esperemos que se suavice un poco porque todavía es muy temprano. La trilla de trigo está siendo súper precoz, estamos ya trillando. Esperemos que el verano sea un poco benévolo con nosotros y no haya tantos picos de calor”.
Un pensamiento que corrobora Miguel Pérez, secretario general de COAG en la provincia y es que el período estival se mira “con la misma incógnita de siempre. Lo que no queremos que haya son episodios de picos de altas temperaturas como hemos tenido en los últimos años porque los cultivos se pueden ir al traste. Esperemos que sea un verano suave. Nos conformamos con que sea un verano normal. Que vengan altas temperaturas como es normal en esta zona, pero que no vengan esas olas de calor con noches tropicales que trastornan de una manera extraordinaria”.
Estas olas de calor “son brutales”, apunta Pravia. “Hace dos años recuerdo que vino una gran ola de calor y lo que más daño hizo al campo no fue la sequía, fue ese tipo de olas de calor. Ya que los precios no son muy pujantes, que ha pegado todo un bajón brutal, esperemos que al menos el verano sea un poco más comprensivo y no nos haga daño en cuanto a la merma de las producciones”. Y es que esas anomalías pueden estropear todo el trabajo. Añade Pérez que “el año pasado pasó que en plena floración del olivar vino una gran ola de calor en mayo y la verdad es que mermó de una forma brutal todo el olivar de la provincia. Todo lo que sean anomalías climáticas influye directamente en los seres vivos y las plantas lo son. Solo esperamos tener episodios normales, que cada vez son más difíciles de tener. Hay concentraciones de lluvia, que este año no ha habido, seguidos de períodos de sequía y luego otra vez lluvias torrenciales que hacen daño, el campo no aproveche y los embalses tampoco se llenan”.
Después de las lluvias de la pasada Semana Santa, ambos sostienen que la situación “sigue siendo grave”. Cuenta Pravia que “estamos muy mal, con muchísimo calor. Hemos pasado de un 25% de dotación a un 50, pero sigue siendo un desastre. Que hayamos mejorado no implica que estemos en una buena situación. Estamos muy mal”.
“Es verdad que hemos tenido más agua”, apostilla Miguel Pérez. “Hemos tenido un año normal. Hidrológicamente en la zona de la campiña, por encima de los 500 litros por metro cuadrado. Eso se enmarca dentro de un año normalito. Para el secano es verdad que hemos tenido un año en el que ha llovido a demanda, ha llovido muy bien y la tierra se lo ha tragado todo. Pero tenemos un déficit de agua muy importante. Tenemos unos porcentajes históricamente bajos y además arrastrando los cinco años de sequía. Lo que queremos es que cuando vengan las lluvias tengamos años extraordinarios para paliar de alguna forma la merma que tenemos en la serie histórica”.
“Para el tema de riego antes teníamos unas restricciones del 75%, es decir, que del total solo se podía regar un 25%, y ahora se ha aumentado a un 50%. Sigue siendo un desastre. Es como si alquilas un piso y solo puedes utilizar la mitad de las habitaciones. Sigue siendo un auténtico desastre. Pero de un desastre enorme a un desastre un poco menos enorme siempre te da un poco de ánimo. Pero sigue siendo un año muy malo para el riego porque no hay agua. Se ha aliviado un poco, pero sigue siendo un auténtico drama”, dice el presidente de Asaja.
Igualmente, la situación ha provocado que haya agricultores que se hayan ido a otras zonas como Badajoz o Huelva.
La bajada de precios y la competencia desleal
Además del calor, los agricultores encaran este verano con la “inestabilidad en los precios”, como comenta José Pravia. “Los cereales y el girasol están muy bajos. No llega a 300 euros y hace un año estaba a 500. Ha pegado un bajón brutal. Nadie sabe muy bien cómo va a evolucionar el tema de los precios, pero no hay buenas perspectivas”. A eso se le añade que esta insestabilidad de precios llega “en parte por lo que recriminábamos en febrero, la competencia desleal de importaciones de producciones a las que no se les exige los mismos estándares de calidad que a nosotros y tienen unos costes de producción más bajos. Los dejan importar aquí y se comercializa como si nada y a la competitividad española nos hace mucho daño”, decía el presidente de Asaja recordando las movilizaciones de los agricultores en todo el país.