Ecologistas en Acción ha asegurado que "la radiactividad no es cosa del pasado" en Palomares, la pedanía de Cuevas del Almanzora (Almería) donde en 1966 se produjo la colisión de un bombardero B-52 con armamento nuclear y un avión nodriza de la base de Morón de la Frontera (Sevilla) de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos.
"Palomares no es un lugar idílico, la radiactividad no es cosa del pasado como dice el alcalde de Cuevas", han dicho desde el colectivo ecologista, que asegura que el regidor y los "constructores de turno pretenden urbanizar la playa de Quitapellejos donde dicen que se bañó Fraga en 1966".
"La bandera negra que ha puesto Ecologistas en Acción en Quitapellejos echa por tierra estos proyectos urbanísticos. En la playa de Quitapellejos en 1966 se instaló el campamento Wilson donde los norteamericanos limpiaban todas las tardes el polvo radiactivo de los vehículos. Desde entonces nadie ha limpiado la zona", aseveran este martes en un comunicado.
Ecologistas añade que, además, hay zonas contaminadas fuera del vallado. "Lo reconoce el propio Ciemat. Y las partículas de plutonio y americio las mueve el viento, el agua, la fauna silvestre y doméstica y la actividad humana. El CSN y el Ciemat consideran que Palomares es una zona de “contaminación perdurable”, en vez de clasificarla como un “área contaminada” provocada por un accidente nuclear", insisten.
En esta línea, precisan que en las “áreas contaminadas” no se puede superar un milisievert/año lo que equivale a recibir 10 radiografía de tórax al año, sin embargo, en las “zonas de contaminación perdurable” se permite legalmente recibir hasta 20 milisievert/año, lo que equivale a recibir la radiación equivalente a 200 radiografías de tórax al año.
"Los habitantes de Palomares y los turistas pueden recibir legalmente en la actualidad 4 radiografías de tórax a la semana", mantienen.
"Si quieren convertir a Palomares en un sitio idílico y urbanizar la playa de Quitapellejos primero tendrán que limpiar toda la radiactividad existente. El señor alcalde de Cuevas sufre el síndrome de Estocolmo y defiende al Ciemat que los ha sometido a experimentos radiactivos durante muchos años, violando así el artículo 8 de la Declaración Universal de Derechos Humanos y Bioéticos de la UNESCO", concluyen.