Corea del Norte indicó este martes en un editorial que no le importa quién gane las próximas elecciones en EE.UU. e insinuó que no negociará con Washington bajo ninguna circunstancia, apenas unos días después de que el Donald Trump sugiriera que buscará dialogar con Kim Jong-un si vence.
El texto publicado por la agencia estatal de noticias KCNA afirma que Trump exhibió "un persistente deseo de que haya relaciones entre la República Democrática Popular de Corea (nombre oficial del país) y EE.UU." durante un reciente discurso pronunciado en la convención republicana en Milwaukee.
"Pese a que cualquier Administración se haga con el poder en EE.UU., el clima político, que está marcado por las luchas entre los dos partidos, no cambiará y por ello, no nos importa (el resultado)", afirma el editorial.
"Es cierto que Trump, cuando era presidente, intentó sacar a relucir las relaciones personales especiales entre los jefes de Estado en las relaciones bilaterales, pero no logró ningún cambio positivo sustancial", afirma el escrito, que añade que "es necesario distinguir estrictamente entre la política exterior de un Estado y los sentimientos personales".
Tras iniciar negociaciones sobre desnuclearización con Corea del Norte durante su primer mandato, Trump decidió suspender una cumbre en Hanói en 2019 al considerar la oferta de desarme de Pionyang insuficiente, un gesto que muchos expertos consideran que dañó enormemente la credibilidad de Washington ante el régimen.
Desde entonces el hermético país asiático ha dado la espalda a las nuevas ofertas de diálogo y ha reforzado enormemente su relación con Rusia.
El editorial norcoreano, que aprovecha para criticar el despliegue de unos cazas estadounidenses F-18 en Corea del Sur para unas maniobras conjuntas que comienzan hoy, condena en general los vaivenes estadounidenses en materia de política merced a los cambios de Administración y habla de falta de "fiabilidad" a la hora de cumplir acuerdos.
Como ejemplo de esto, el texto trae a colación el llamado "Acuerdo marco" de 1994, por el cual un consorcio internacional encabezado por EE.UU., Corea del Sur y Japón se comprometió a construir reactores de agua ligera en Corea del Norte a cambio de que el régimen congelase su programa atómico convencional antes de que el pacto fuera desechado durante el Gobierno de George W. Bush.
"Atendiendo a todo el recorrido del diálogo entre la RPDC y los EE.UU., la comunidad internacional ya ha llegado a la conclusión de que Estados Unidos es un país pérfido que no cumple sus promesas", indica el editorial, que concluye que "debido a los graves errores estratégicos de las sucesivas Administraciones, ha llegado la era en la que EE.UU. debería preocuparse de verdad por su seguridad".