“Nos hace mucha ilusión estar en Jerez y es un placer tocar en González Byass. Muchas gracias por venir.
Sin vosotros no hay concierto”. Así se dirigía por primera vez desde el escenario del patio de la Tonelería a su público Álvaro Urquijo, líder de Los Secretos. El grupo madrileño era el encargado de echar el telón de la décima edición del Tío Pepe Festival tras casi una veintena de conciertos desde hace más de un mes que han vuelto a poner la banda sonora del verano en Jerez.
La despedida de anoche llegaba por todo lo alto con la mítica banda con la que muchos hemos crecido a lo largo de cuatro décadas y cuyos éxitos han marcado la historia del pop-rock español. Urquijo y los suyos rompían el hielo en una de las noches más calurosas del verano con
Buena chica.
Tras dar la bienvenida a sus incondicionales,
llegaban La calle del olvido y su maravillosa versión de Échame a mí la culpa, de Albert Hammond, que tan bien suena y emociona en la voz de Álvaro, quien no escatimó en guitarras para hacer
este viaje inolvidable de casi dos horas por los éxitos de 45 años de carrera. La magia de sus acordes daban paso a clásicos que forman y formarán parte siempre de nuestra vida.
Pero este casi medio siglo sobre los escenarios ha dado para mucho y
Urquijo lo fue desmenuzando con la generosidad que le caracteriza y compartiendo anécdotas que han marcado la esencia de Los Secretos ante un público entregado y más fiel que nunca. Les confesó entonces que en sus inicios se querían comer el mundo y “cogimos la guitarra enloquecidos” inspirándose en ídolos como Tom Petti o David Bowie que ya no están, dejando un profundo vacío sobre las influencias a los nuevos músicos. De esa reflexión nació
Si pudiera parar el tiempo.
También presumió Álvaro de haber apostado siempre desde sus comienzos por un estilo claro, lejos de lo que funcionaba entonces, aunque esta convicción les costase que su discográfica les echara. Fue lo que ocurrió en el año 83 con
No me imagino, el tema que presentaron a su compañía de su tercer disco, y que rechazaron por no ser comercial.
“Esto afianzó nuestro criterio a la hora de hacer canciones y pasar de las modas”, reivindicó antes de interpretarla.
La nostalgia y la melancolía llegaron con Volver a ser un niño, Y no amanece y Solo ha sido un sueño y contagiaron a unos seguidores inmersos en una noche mágica que les costará olvidar. Un público “constante” que siempre ha estado ahí y que también sufrió con la pérdida de Enrique Urquijo en el año 1999. Álvaro siempre lo tiene muy presente y también tuvo un recuerdo especial para él. “Siempre está con nosotros por muchos años que pasen”, dijo. A él dedicaron una de sus canciones favoritas,
Aunque tú no lo sepas, protagonizando uno de los momentos más emotivos de la noche.
Superado el ecuador del concierto, explicaba Álvaro
lo “doblemente especial” que es para su banda la canción Pero a tu lado, uno de sus grandes éxitos que muchos escucharon en bucle en la pandemia, y con una discreta acogida en emisoras y televisiones que no hacían presagiar que acabara convirtiéndose en uno de sus himnos. “Nos gustó mucho y nos dio pena que no funcionara, pero este público maravilloso la llevó al número uno sin sonar en la radio ni en la tele.
Queremos dedicárosla con todo nuestro cariño; es más vuestra que nuestra”. Sin duda era una de las más esperadas y en las que el público más vibró.
Después vinieron
clasicazos como
Ojos de gata y Por el boulevard de los sueños rotos, con el maestro Joaquín Sabina muy presente y dos de los temas más movidos de su repertorio:
Gracias por elegirme y Ojos de perdida, que pusieron al público en pie.
Era la hora de los bises y Los Secretos no hacían esperar a su público fiel, volviendo a pisar las tablas del patio de La Tonelería con los acordes de
Agárrate a mí, María, la canción que Enrique Urquijo dedicó a su hija.
Sobre un vídeo mojado levantó a sus fans de los asientos
y el fin de fiesta no podía llegar con otro tema que no fuera
Déjame, que tantas y tantas veces hemos cantado estos años. Anoche por fin varias generaciones pudimos hacerlo con ellos.
Frank Sinatra y las palmas por bulerías de Jerez despedían a la querida banda madrileña como solo esta ciudad sabe hacerlo. Hasta la próxima.