La asociación de vecinos Centro Histórico ha expresado públicamente su rechazo a la celebración de una fiesta de Nochevieja en la plaza de la Asunción, entre otras cosas porque esperaba que “la tranquilidad volviera con el final de las zambombas”.
Sin embargo, “la Nochebuena y la Nochevieja
han sido conquistadas por la salvaje hostelería, bajo el amparo y complicidad del Gobierno local”, de manera que “siguen siendo noches de macrobotellón y destrozos en calles y plazas”.
“Nos equivocamos al pensar que con el final de las zambombas la tranquilidad volvería, porque la fiesta parece no acabar nunca”, dice este colectivo, que lamenta la “tremenda indefensión” que sufren los vecinos del centro histórico.
“Después de cinco semanas de auténtico calvario y continuas denuncias públicas,
debemos soportar la traca final, un macrobotellón disfrazado de fiesta navideña que pretende prolongarse hasta las 3 de la madrugada en la más que machacada plaza de la Asunción, con viviendas residenciales a menos de 20 metros”, sostiene el colectivo.
Los vecinos denuncian igualmente que
la solería de esta plaza está “absolutamente destrozada” como consecuencia del impacto de los “camiones de carga y descarga y los eventos”, habiéndose convertido “una vez más, en escenario de otro macrobotellón”. “Volvemos a repetirlo, el centro histórico no es un recinto ferial, sino una zona residencial”, añaden.
Esta asociación cree que el centro se encamina “hacia un modelo cercano a un parque temático” que se caracteriza a su juicio “por el incivismo de los visitantes, que han llenado y siguen llenando de orines y vomiteras las calles”.
Todo ello
como consecuencia de la “mercantilización y comercialización” de las fiestas “por parte de la hostelería, que ha saturado y ocupado salvajemente las plazas, convirtiendo los barrios en ratoneras”.
La asociación lleva “semanas reiterando la extrema necesidad de tomar medidas urgentes”, avanzando ya que “una nueva ordenanza” que regule las zambombas “no es más que el anuncio de una pantomima para apaciguar las denuncias públicas”, dado que el Gobierno local “dispone ya de herramientas suficientes para limitar, controlar y proteger las fiestas y nuestras tradiciones desde su comienzo, empezando por un bando municipal”.
Los vecinos necesitan sentirse “seguros” en sus propios hogares o “que la Policía acuda” cuando se la llama, además de “planes de emergencia planes especiales de limpieza que lleguen más allá de las calles principales, que dejen de saturar y ocupar sin límites las calles y plazas, que se respeten los horarios de descanso y que se descentralicen las fiestas y los eventos del centro histórico”.
Entre otras cosas se reivindican “recursos, que se cumpla la ordenanza de terrazas y veladores, que se cumpla el Reglamento Andaluz de Contaminación Acústica, que se respete a los residentes, que se respeten los barrios, que se respete el patrimonio, y que por supuesto, el Gobierno Local deje de ser un gobierno cobarde al servicio de la más salvaje hostelería”.