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Los jugadores firmaron otra ‘mamarrachada’

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De lo Girona más vale no escribir más. Si hubo algo o no hubo, poco importa. Lo único real es que el equipo xerecista volvió a donde solía, es decir a mostrarse apático, indolente, incapaz de correr, de luchar. Fue un auténtico mamarracho lo que se vivió en Chapín.

D  el partido mejor ni escribir. Dan ganas de dejar el papel en blanco y que lo rellenen los jugadores o los dirigentes con sus explicaciones, si es que las tienen porque ayer, en sala de prensa, tampoco las terminaba de encontrar Carlos Ríos. Decía el técnico que es difícil jugar en esta situación. Claro, tan difícil era ante el Sporting como ante el Girona por ejemplo. Comentaba que es difícil para los jugadores, dadas las circunstancias, soltarse en Chapín. ¿En qué Chapín? Porque ayer el choque parecía que se disputaba a puerta cerrada. En un campo donde caben más de veinte mil personas y había solo dos mil, donde solo se escucharon pitos al comienzo del choque y cuando se despedía a cada jugador no creo que hubiese temor a nada. En todo caso podrían estar asustados los chavales del juvenil, pero no tíos que en muchos casos han pasado por Primera y por situaciones iguales o parecidas y que, en todos los casos, llevan muchísimos años en el fútbol profesional.
Los jugadores del Xerez tuvieron ayer una oportunidad clara de reivindicarse, de tapar bocas después del triunfo en Girona y de la difícil semana que se ha atravesado pero ni pudieron ni quisieron. Así de claro. En el segundo tiempo hubo un piscinazo de Bodipo, algún tiro al último asiento de la grada de Fondo y poco más. Cuéllar, el portero sportinguista, se podía haber quedado tranquilamente en Gijón porque si los de Sandoval hubiesen jugado sin guardameta no hubiese pasado absolutamente nada. El primer tiempo fue malo, sin intensidad, sin ganas, sin calidad, pero es que lo del segundo fue para irse y dejarlos allí jugando.
Y es que si el Xerez no propuso, el Gijón se limitó a disponer de tres o cuatro ocasiones de gol para marcar en dos de ellas. Y el que marcó, fíjense cómo son las ironías del destino, fue Javi Casquero, el gran deseado en el mercado de invierno, el hombre que estaba llamado a liderar el mediocampo del Xerez. Ayer lideró el del Sporting, sin necesidad de sudar. Andando, moviéndose a su antojo, marcando un golazo desde fuera del área en el primer tiempo y rematando una asistencia de Guerrero en el segundo, para sentenciar un choque que parecía sentenciado desde que ambos equipos salieron, entre pitos, al terreno de juego a las 18 horas.
Y es que el Sporting, ya escribo, tampoco le metió intensidad al partido. Salió a verlas venir, con muchísimas novedades en su alineación. Los del Molinón lo tienen todo hecho y piensan en la próxima campaña y, sobre todo, en las vacaciones. No corrieron mucho, lo necesario para ganar. Pero el Xerez ni por esas. Desaparecido en combate. Hasta tal punto que el primer gol lo metió el Gijón cuando Mendoza se encontraba tirado en el suelo. Los xerecistas ni siquiera protestaron. Para qué.
 Toni demostró que se podría haber confiado más en él y estuvo bien cuando tuvo que intervenir, ya que en los goles no tuvo culpa alguna y luego, en la segunda mitad, salieron los chavales Marcelo, Alfonso y Franco Amoroso. Los dos segundos, con un equipo apático, poco pudieron hacer. Marcelo se fajó en defensa.   
 

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