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Castaño se reencarna en el ‘hijo pródigo’ de la Semana Santa

El pregonero asume el rol de un emigrante descreído que responde a la última llamada de su padre

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El Pregón de la Semana Santa de Jerez ofrecido ayer por José María Castaño Hervás bien pudiera calificarse ya como el del hijo pródigo, toda vez que la exaltación se convirtió de principio a fin en el relato novelado de quien un día emigró de la ciudad que le vio nacer, olvidando su pasado y el legado devocional que le entregaron sus padres para finalmente recuperar unas raíces que de algún modo habían marcado su trayectoria vital.

La intervención de Castaño Hervás, que se prolongó por espacio de unos noventa minutos, estuvo de algún modo condicionada por el fallecimiento de una mujer a manos de su pareja ocurrido pocas horas antes. De hecho, el Pregón comenzó con unas improvisadas palabras de condena de unos hechos “deleznables” a las que siguió el rezo de un Ave María compartido por un auditorio, el del Teatro Villamarta, puesto en pie.

A partir de ahí se inició la exaltación propiamente dicha, sustentada en la respuesta de un hijo a las múltiples cartas recibidas en vida de su padre que no habían merecido contestación. En esas misivas, su progenitor le había invitado reiteradamente a venir a Jerez en Semana Santa, sin que esas peticiones hubieran tenido eco en un hijo que dilapidó “en pocas semanas, la herencia recibida” de sus padres. “No hace mejor a nadie tener unas creencias religiosas, pero no se trataba de creer en Dios, sino de creer en vosotros”, comienza esa carta de respuesta al padre que ya se fue.

De algún modo, existe un claro paralelismo entre el Pregón de José María Castaño y el guión de la película Jerez en Semana Santa, que dirigió José Antonio Carmona y que editó la extinta Caja de Ahorros de Jerez en 1985. Y es que la obra de Castaño Hervás bien podría ser la respuesta a aquella carta que escribió el protagonista de ese trabajo videográfico al hijo errante por el mundo.  
“He decidido, después de muchos abriles, volver a tu casa, volver a tu Semana Santa. Siento que he pecado contra el cielo y contra tí, y ya no merezco ser hijo tuyo”, planteó el pregonero una vez reencarnado en ese hijo pródigo que se convirtió en hilo conductor de su exaltación.

Las cartas de respuesta del hijo al padre son diarias y trasladan al papel las sensaciones que el emigrante empieza a recuperar conforme avanzan los días de la Semana Santa, comenzando esos escritos en una jornada, la del Sábado de Pasión, que no tuvo oportunidad de conocer de pequeño. Ya el Domingo de Ramos, ese hijo pródigo empieza a recuperar sus vivencias infantiles de la mano de su padre, por recorridos e itinerarios comunes. 

José María Castaño tuvo palabras de recuerdo para Francisco Bazán, Antonio Gallardo o Manuel Moreno Moraíto, “viejo amigo” al que identificaba cada Miércoles Santo por la presencia de “un pañuelo blanco con lunares rojos que asomaba bajo el antifaz” de la Hermandad del Prendimiento.
Sin duda alguna, el momento más emotivo del Pregón coincidió con la evocación de la Madrugada del Viernes Santo, convertida más que nunca en Noche de Jesús. El hijo pródigo confesó haber rodeado “mil veces” Cristina para no reencontrarse con Jesús Nazareno. De vuelta a casa se encontró con un hombre que le preguntó: “¿Tú no eras el hijo del panadero, el que salía en el Nazareno con su padre?”. El pregonero llegó a negar hasta tres veces hasta que, una vez en su casa, su madre le entregó una última carta de su padre: “Hijo, me alegra saber que has recibido esta carta, porque eso significa que has vuelto a Jerez en Semana Santa”.

Fue entonces cuando ese emigrante se reencontró con sus orígenes, vistió su túnica nazarena y se encontró bajo las andas de la Virgen del Traspaso. 

La vivencia de esta Semana Santa llevó al protagonista del relato a abandonar su vida en Madrid -ciudad en la que situó Castaño al hijo pródigo-, a quedarse para siempre en Jerez y a retomar la vida de panadero de su padre con el objetivo de “devolver a los pobres todo” lo que había “robado” en un periodo anterior en el que no había tenido “escrúpulos” para “acumulas riquezas”, aunque para ello hubiera hecho falta en ocasiones “engañar” e incluso “desahuciar” a sus semejantes.
“La Semana Santa es capaz de transformar la vida de una persona. Vine henchido de culpa por abandonarte, por no haber sido capaz de pasar contigo alguna de tus últimas semanas santas, derrotado y sin recursos... Ahora soy un hombre nuevo, confiado, alegre y en paz”, concluyó un relato, el de José María Castaño Hervás, que fue saludado con palmas por bulerías.

“Ha hecho un canto al perdón y a la misericordia”

El obispo de Asidonia-Jerez, José Mazuelos, calificó el Pregón de José María Castaño de “cristiano y cofrade”, resaltando el hecho de que fuera “un canto al perdón y a la misericordia”. “Me quedo con el encuentro con Jesús Nazareno, que es la culminación de todo lo que había ido preparando, el encuentro con el perdón”, añadió. Para la alcaldesa, María José García-Pelayo, el Pregón fue “muy plástico, claro y directo”, subrayando que cualquier persona podía sentirse “identificada” con el papel de ese hijo pródigo que regresa a Jerez en Semana Santa. “Todos nos hemos podido sentir identificados, porque hablaba de una persona que había perdido su fe y la recupera”.

José Castaño Rubiales, padre y presentador del pregonero, aseguró no haber tenido conocimiento del contenido de la obra de su hijo hasta el día de ayer. “No había querido leerlo. Me quedo muy satisfecho, porque es un cofrade comprometido. No nos podemos quedar en una manifestación pública de fe, porque la sociedad nos reclama muchas otras cosas”, aseveró. Por último, José María Castaño se mostró “satisfecho” con el desarrollo del Pregón, confesando que fueron unos jóvenes emigrantes en Amsterdam quienes le habían inspirado de algún modo su relato.

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