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Un viaje al origen del agua que consumimos

El agua que consumimos en nuestros hogares procede, principalmente, de embalses, pozos y manantiales. El tratamiento del agua captada depende de la calidad del agua de origen

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  • Embalse de Guadalcacín

b.garcía jerez
Nos llega sin hacer ruido. No tiene olor, ni color, ni sabor… Casi acabaríamos por olvidarla… Sin embargo, está por todas partes: dentro de nosotros, alrededor nuestro, debajo y encima de nosotros. Sin el agua, no hay vida posible. Y aunque el agua es aparentemente un producto natural, sólo estará lista para el consumo si está en permanente vigilancia por parte de profesionales especializados que intervienen a lo largo del proceso del ciclo integral del agua. 
El ciclo integral del agua comprende desde la captación, potabilización y tratamiento del agua recogida del medio natural, hasta su distribución y recogida de las aguas usadas para su posterior depuración y devolución al medio del que se ha obtenido en condiciones óptimas que no perjudiquen al medioambiente. En pocas palabras, el proceso abarca desde el abastecimiento del agua potable hasta el saneamiento de las aguas residuales.
En nuestro especial de esta semana nos centraremos en los dos primeros pasos de la fase del ciclo integral del agua: la captación y potabilización del agua que posteriormente llegará a nuestros hogares. Y lo haremos a partir de la experiencia del Consorcio de Aguas de la Zona Gaditana y de algunas de las empresas que prestan este servicio en la provincia.

La captación
El abastecimiento de agua potable consiste en la captación de agua bruta, su potabilización y posterior distribución para su consumo. Para la captación se utilizan las aguas superficiales (embalses y ríos), las subterráneas (pozos y manantiales) y el agua del mar y salobre; y esta captación se realiza mediante sistemas de bombeo que controlan la cantidad de agua que se suministra a cada planta.
En la provincia de Cádiz, el Consorcio de Aguas de la Zona Gaditana tiene como fin principal la prestación de los servicios de abastecimiento de agua y saneamiento en el ámbito territorial de los municipios que lo componen, con base en los principios de integración de la gestión, homogeneidad de la calidad del servicio y uniformidad de las tarifas en dicho ámbito territorial, dentro del absoluto respeto a las competencias de las distintas Administraciones.
En este sentido, el agua que distribuyen para su consumo, una vez potabilizada, tiene su origen en dos embalses, Los Hurones y Guadalcacín -las poblaciones que integran el Consorcio en la actualidad son Algar, Conil de la Frontera, Rota, Arcos de la Frontera, Jerez de la Frontera, San Fernando, Barbate, Medina Sidonia, San José del Valle, Cádiz, Paterna de Rivera, Sanlucar de Barrameda, Chiclana de la Frontera, Puerto Real, Trebujena, Chipiona, El Puerto de Santa María y Vejer de la Frontera-.
El Embalse de Los Hurones cuenta con una capacidad de almacenamiento de 135 Hm3(135.000 millones de litros). Ocasionalmente, este embalse recibe agua a través de un túnel de 12 Km de longitud y 4 metros de diámetro, que conecta las cuencas del río Guadiaro y el río Majaceite, donde se encuentra este presa. Cuando se supera la capacidad de almacenamiento se procede a la apertura de una serie de compuertas que permiten evacuar el agua excedente. Esta agua sobrante no se pierde ya que discurre hasta conectar con el Embalse del Guadalcacín.
Por otro lado, el Embalse de Guadalcacín es el más grande de la provincia de Cádiz, con una capacidad de almacenamiento seis veces superior al embalse de los Hurones, en total unos 800.000 millones de litros. Éste embalse destina también parte de su caudal al riego de cultivos agrícolas de la Zona Regable del mismo nombre.
En casos excepcionales, como la sequía de 1995, se emplean además recursos subterráneos a través de diversos pozos, como los de la Zorra, El Infierno y el Sotillo.
Un embalse, al contrario de lo que pudiese parecer, es un sistema dinámico que está en continua evolución, estando influenciado por multitud de variables, entre las que podemos destacar los factores climatológicos (como el viento, la lluvia o la temperatura ambiental), y la existencia de vertidos de origen urbano, agrícola o ganadero que pudiesen deteriorar la calidad del agua. Por este motivo, el personal de laboratorio del Consorcio se desplaza periódicamente a estos embalses y procede a tomar y analizar muestras de aguas a diferentes profundidades, al objeto de poder decidir en todo momento el agua que presenta mayor calidad de cara a su posterior tratamiento y suministro a la población.
Estos dos embalses, destinados al abastecimiento de agua a la zona gaditana, son gestionados actualmente por la Agencia Andaluza del Agua.
A la salida de estos embalses, se realiza el primer tratamiento del agua (preoxidación), basado en la adición de un compuesto químico denominado permanganato potásico, que contribuye a la eliminación de hierro, manganeso, algas, plancton, hongos y bacterias. Además es un producto químico excelente para la eliminación de sustancias orgánicas que le dan al agua mal olor, color y sabor.
Posteriormente, el agua comienza una larga travesía a través de una amplia red de tuberías hacia las cuatro plantas de tratamiento de las que dispone este Consorcio de Aguas, para transformarla en agua apta para su consumo.

La potabilización
Para convertir estos recursos en agua potable, al agua bruta captada se le tiene que aplicar un tratamiento más o menos complejo en función de la calidad del agua de origen.
Este proceso se realiza en las Estaciones de Tratamiento de Agua Potable(ETAP)
En este sentido, en lo que respecta a las instalaciones del Consorcio de Aguas de la Zona Gaditana, cuando el agua llega a las plantas de tratamiento, comienza un profundo proceso de limpieza y depuración, que pasa por diferentes fases: precloración, tratamiento con carbón activo, ajuste del pH, coagulación, floculación, decantación, filtración y desinfección final. 
Así, a la llegada a la planta, se realiza un primer tratamiento con cloro, buscando varios objetivos: eliminar determinados minerales disueltos que contiene el agua y otros contaminantes como el amoníaco, la materia orgánica, bacterias y algas -ocasionalmente, cuando el agua de nuestros embalses presenta algunos microcontaminantes indesesables, como los plaguicidas, se procede a eliminarlos mediante la adición de carbón activo en polvo-. Para que el tratamiento de potabilización se desarrolle adecuadamente debe mantenerse controlado asimismo el grado de acidez o pH del agua.
La siguiente etapa del tratamiento persigue la eliminación de partículas muy finas y ligeras que le dan turbidez al agua y se recurre a la adición de dos reactivos químicos conocidos como coagulante y floculante. Este proceso se lleva a cabo en grandes estructuras de hormigón conocidas como decantadores. En el fondo de estos decantadores, se depositan las partículas que le daban turbidez al agua, mientras que por su superficie sale el agua clarificada hacia el seguimiento tratamiento. El agua que sale de los decantadores pasa por un sistema de filtración que contiene unos 70 cm de arena silícea, en la que quedan retenidas todas aquellas impurezas que aún contenía el agua, hasta que el agua que sale por el filtro está totalmente limpia. Toda el agua empleada en esta etapa de lavado se conduce hacia la entrada de la planta para ser sometida a tratamiento.
Una vez filtrada, el agua es sometida a un nuevo tratamiento con cloro, aunque en esta ocasión el objetivo que se persigue es exclusivamente la desinfección del agua, es decir, la destrucción de aquellos microorganismos patógenos que pueden causar enfermedades.
Una vez producida el agua potable, se almacena en depósitos que están destinados a garantizar el suministro de agua potable, independientemente de la capacidad de producción y de la demanda a los consumidores. El agua potable está almacenada en depósitos que permiten regular y adecuar los volúmenes de agua disponibles. Por regla general, los depósitos están ubicados en puntos elevados, lo que permite su distribución por gravedad sin tener que recurrir al bombeo.

Un caso práctico: la captación de agua en Jerez

El agua distribuida en Jerez se capta y/o distribuye desde dos sistemas diferenciados: el sistema Manantial de Tempul y el sistema Zona Gaditana. El Manantial de Tempul está situado en el kilómetro 49 de la carretera de Jerez a Cortes y aporta sus recursos mediante el denominado Acueducto de Tempul, que discurre por la campiña de Jerez, hasta los depósitos de Tempul, que se localizan en los antiguos Jardines de Tempul, hoy parque Botánico y Zoológico. El Depósito de Tempul se construyó en 1.866 con la finalidad de regular la distribución del agua del Manantial para el Abastecimiento a la ciudad de Jerez. Actualmente se utiliza tanto para el agua aportada desde Manantial como para la suministrada por la CHG Zona Gaditana. Actualmente este manantial aporta aproximadamente un 9% del volumen total necesario para el abastecimiento del término municipal. Desde la entrada en servicio del acueducto (año 1869) sus aguas se destinaban exclusivamente para el abastecimiento de la ciudad de Jerez, no obstante con el tiempo se fueron derivando sus recursos hacia otros núcleos próximos al acueducto, resultando que actualmente a la ciudad de Jerez llega menos del 25% de los recursos aportados por este sistema. El 91 % restante de los recursos necesarios se aportan desde el Sistema Zona Gaditana.

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