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El comedor social de El Salvador, el sustento diario de 600 personas

Unas 150 familias se benefician de los repartos de alimentos sin cocinar que realizan las Hijas de la Caridad y los voluntarios cada dos semanas, con los que se garantizan el plan de comida en la intimidad de sus hogares

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  • Preparándolo todo. -

Cerca de 600 personas  sobreviven cada día gracias a la labor que realiza el comedor social de El Salvador. La cifra contempla desde las familias que se llevan las bolsas de alimentos para preparar en casa, (unas 150), las personas sin techo que cada jornada comen allí (50) y los usuarios del centro del día (16). Los datos aportados desde la institución que gestionan las Hijas de la Caridad no están muy lejos de los de 2013 y si en los últimos meses sirven menos comidas a diario en las dependencias no es por falta de demanda sino porque el nuevo comedor social “Nos Importas Jerez” atiende ya a medio centenar de usuarios que antes iban al edificio de la calle Juana de Dios Lacoste.  “Las estadísticas no han bajado, siguen siendo las mismas de la crisis”, precisa una hermana  de esta congregación mientras supervisa a marchas forzadas que todo salga bien a un cuarto de hora de comenzar los repartos. Como ella, hay otros diez ángeles más de la guarda con una media de edad entre los 80 y 90 años  que velan para que los más desfavorecidos tengan garantizado un plato de comida caliente cada día.


Ahora mismo hay unas 150 familias que tras quedarse los dos cónyuges en paro y no poder hacer frente a la hipoteca y lo que conlleva mantener una casa se han visto abocados a recurrir a este recurso social. Para realizar las entregas de las bolsas, la dinámica es que una vez cada 15 días a estos hogares lleguen subsistencias sin elaborar pero con todo los ingredientes necesarios y en unos días distintos según el número de miembros de cada familia.


En concreto, según precisa la trabajadora social de este comedor, se fijan tres días (de 11 a 12.00 horas) para retirar las bolsas. Son tres jornadas de más trasiego en los que los usuarios aguardan a las puertas del Salvador pero organizados: el primer día les corresponde a las familias de tres (26), dos (19) y un miembro (12); el segundo a las de cuatro miembros (60 familias) y el tercero a las de cinco, seis y siete miembros (29).    A tenor de estos datos, sin contar a los transeúntes que comen allí, son más de 510 las personas que viven de esta herramienta social, que también tiene en cuenta fechas tan señaladas como las que vienen estos días. De esta manera, a la cesta de legumbres, leche, huevo, verduras, pan, galletas y papillas si hay niños pequeños, se suman pollos, polvorones, latas de conservas y algún que otro refuerzo más de alimentos que en cualquier época del año “porque son días especiales”, explica, puesto que en estos paquetes se tiene en cuenta las cenas de Nochebuena y Nochevieja.


Además, gracias a la generosidad de fundaciones, empresas y particulares, también en este comedor social se preocupan para garantizar que los niños de estas familias tengan un regalo la noche de Reyes. “Jerez se ha volcado con estas familias, siempre nos responde. En Navidad más que en otras fechas, pero también en el resto del año, por eso no nos podemos quejar”, comenta Sor Victoria, quien a sus 90 años prepara una escapada exprés a Estepa para traerse polvorones para las bolsas de Navidad.


De 11 a 12.00 horas son los repartos. Allí esperan el cabeza o la cabeza de familia. La mayoría se conocen. “Llevan tiempo viniendo y charlan entre ellos”, explica la trabajadora social. Pero, como en todos los casos en los que una persona se ve empujada a pedir ayuda, hay quien lo pasa mal, y agacha la cabeza cuando alguien  fuera de su círculo habitual pasa cerca. Cuando ellos se marchan al mediodía llegan las personas sin techo, aquellos que pueden llevarse algo caliente a la boca gracias a este recurso de lunes a sábado. Es miércoles y toca arroz a la cubana y huevo frito con su correspondiente pieza de fruta. Dos cocineras preparan el almuerzo y cortan el pan con la ayuda de los voluntarios. Ahora mismo son 15 los voluntarios y 11 las hermanas que se movilizan para que no falle nada.  ¿Cómo se portan los comensales?La risa les delata, pero en general tienen buenas palabras aunque, como reconocen, hay días mejores y otros peores en los que “están más revueltos”.  También hay voluntarios más jóvenes: hablamos de los alumnos de los colegios que visitan el comedor social y no dudan en servir y echar una mano para tomar conciencia de la realidad.

 

 

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