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“Hace falta una ley sobre precios que compense al agricultor”

El presidente de Asaja Cádiz reconoce que “nuestra gran reivindicación es que las ayudas lleguen en tiempo y forma”

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  • “El 80% de la ayuda del GDR debería ser para el campo, no el 34% como ocurre en Jerez”
  • “Llevamos 6 años sin las ayudas forestales, y si ocurre lo mismo que en Huelva, sabremos el culpable”

¿Cómo ha ido 2017? ¿Ha sido un año rentable?

“Pueden crecer las exportaciones, pero los agricultores no lo vemos en la cuenta de resultados”

—Hemos tenido un poco de todo. En producción no ha sido un año malo, no como 2016 que el Levante castigó mucho al campo, pero los precios no han acompañado en la mayoría. Hay cultivos con mejor comportamiento de precios, pero en línea general necesitamos un mayor repunte de los precios para que la agricultura sea rentable. Hay cultivos que han cubierto costes de producción y poco más, frente a otros como el aguacate, en el que somos punteros, que han sido bastante rentables.

Pese a las lluvias de las últimas semanas todavía pesa el desánimo porque los pantanos apenas están al 40%, ¿qué es lo que más les preocupa ahora mismo en el campo?

—En general los cultivos están ahora bien. El agua ha sido bienvenida, pero es preocupante el tema porque hemos iniciado el año agrícola en septiembre con un caudal de un 39% en los embalses, y cuatro meses después estamos igual después de descender al 36%. Tenemos 1.800 hm3, y 800 están en Guadalcacín, pero donde necesitamos que llueva es en la Sierra para que los pantanos se carguen de agua. La sequía es cíclica y éste es el cuarto año de este ciclo. Venimos perdiendo un 10% de agua cada año, unos 200 hm3. De los 1.200 hemos bajado a los 800 y si sigue un año más la tendencia vamos a entrar en una situación preocupante. De momento, los cultivos que se han sembrado en invierno no corren peligro y si se mantienen las lluvias también están garantizados los cultivos que se siembren en primavera. Hay que decir también que nuestra provincia no tiene los problemas de otras de Andalucía, ya que tiene infraestructuras hídricas importantes.

¿Creen en el campo en eso del cambio climático? ¿Cómo afecta a los cultivos no solo el agua que cae sino cómo cae?

—Hay cultivos que lo llevan mejor y peor, pero no cabe duda que nadie quiere lluvias torrenciales. Preferimos 600 litros medios al año, pero que caigan en 70 días y no en 20. El cambio climático nos trae esto, las lluvias torrenciales, aunque de alguna forma tendríamos que hacer algo, hacer valer qué es lo que hacemos en los campos y cómo lo hacemos, porque aquí hay una sostenibilidad, una trazabilidad, un bienestar animal, que no hay en otros países fuera de Europa. El consumidor debe saber que estamos contribuyendo a combatir el cambio climático.

Con lo que ha llovido hay agua hasta...

—Tenemos asegurados dos meses más, pero no hay que ponerse en ese escenario, porque hay anunciadas más lluvias y esperamos que siga así. Si cada semana caen 30 litros los cultivos lo van a agradecer y además llueve en la Sierra de Grazalema, que es el agua que repercute en los pantanos, nos irá bastante bien.

¿Cuál es ahora mismo la asignatura pendiente del campo?

—Tenemos muchas, pero de alguna forma diría que las distintas líneas de ayuda realmente lleguen al agricultor en tiempo y forma, en los plazos que nos comunican. Esa es la gran reivindicación. Hace falta que esas inversiones lleguen para que el agricultor y el ganadero inviertan.

Se habla de agroindustria desde hace mucho tiempo, pero la gente no lo termina de ver.

—Hay líneas de ayudas de modernización que son importantes. La clave de la agroindustria es que podamos transformar el producto y que el valor añadido se quede en la provincia. Que no cojamos el aceite, lo vendamos a Italia, ellos lo envasen y se queden con el valor añadido y el efecto sobre el empleo. Eso se está haciendo ya aquí. Cada vez hay más industria de almazaras y también dentro del sector vitivinícola, pero es verdad que estas ayudas para la agroindustria tienen el defecto del cumplimiento de los plazos, ya que se demoran demasiado en el tiempo. Por ejemplo, en mayo de 2016 se lanzaron las ayudas para la modernización agrícola y a día de hoy no tenemos siquiera el listado definitivo y no sabemos cuándo van a salir.

¿Con qué productos estamos perdiendo el valor añadido en estos momentos?

—Hay muchos que se hacen fuera, como el corcho, y otros que se hacen aquí. El vino, por ejemplo, se está haciendo todo aquí. En el cereal haría falta más industria. Los ganaderos nos piden que la provincia debería tener un matadero en condiciones, ya que se exporta bien en vivo, pero la industria de transformación tiene que mejorar. El aguacate sí se está haciendo muy bien, ya que se está exportando envasado a otros países del norte de Europa, en hortícola también se está haciendo bien.

Tenemos viñedos, quesos, aceites, miel, retinto... en la provincia. ¿Somos más torpes que otros territorios o no sabemos hacerlo bien?

—Creo que se está haciendo bien. Discrepo. Si nos fijamos en lo que había hace 30 años y lo que hay hoy se ve la evolución...

Sí, pero si uno se compara con la provincia de Almería, por ejemplo, se ve que están aprovechando el campo de una manera espectacular, sobre todo en el empleo.

—Sí, pero Almería es peculiar, es de monocultivo. Aquí tenemos de todo y hacemos de todo, pero poco a poco. Lo que sí tendríamos que hacer es poner en valor todo lo que hacemos y que el consumidor mismo los pida, que apueste por producciones nuestras. Hay que hacer más esfuerzo en promoción y que se conozca qué se hace y cómo se hace.

Con respecto a las ayudas a la transformación, la Junta acaba de anunciar ayudas por valor de 18 millones de euros, ¿qué es lo que pasa para que ustedes digan que no se ven o no llegan a tiempo?

—Esas ayudas son siempre bienvenidas, son importantes, porque ha habido años en las que no se han convocado. Lo que no podemos es ayudar ahora y dentro de dos o tres años dejar de hacerlo. Lo mismo digo cuando se anuncian 130 millones de euros en ayudas para que los jóvenes se incorporen al campo, pero hágalo todos los años, no solo en uno. Esas ayudas deben seguir su ritmo porque son necesarias.

¿Los 32 millones de euros del GDR para el desarrollo rural, ayudarán a la transformación del campo?

—Eso no lo vemos, y le diré por qué. Discrepamos. Son ayudas y todas son bienvenidas, pero tenemos que diferenciar entre lo que son ayudas de primer pilar y ayudas de segundo pilar. Las del primer pilar vienen directamente de Bruselas al agricultor. Las del segundo son las que vienen cofinanciadas por Bruselas y las administraciones españolas. Qué es lo que ocurre en este segundo caso, que si las administraciones no tienen financiación, las ayudas no salen. Y además ocurre otra cosa, que son los políticos las que las canalizan. Las de GDR son de segundo pilar y discrepamos en que estas ayudas deberían venir al sector. La provincia de Cádiz recibirá un 7% de las ayudas para Andalucía, que es un porcentaje muy bajo comparado con otras provincias. Además, la Sierra tiene once líneas de ayudas, de las que solo cinco son para agricultores, el resto son para financiar obras, no para la labor directa del agricultor. En La Janda solo el 14% llegará al agricultor. En la Campiña será el 34%, frente al resto que recibirán otras administraciones. Esto está mal diseñado. El 80% debería venir al campo, para que se hagan inversiones, y el resto para costes estructurales. En la Campiña de Jerez, por ejemplo, el máximo por explotación son 15.000 euros; es decir, un tractor no entra en las ayudas. Son topes que lastran las inversiones.

Con respecto a las ayudas al relevo en el campo, ¿qué está ocurriendo?

—Hemos tenido bastantes problemas, pero la mayoría no están en Cádiz, sino en la Consejería de Agricultura de Sevilla. La convocatoria de 2015 se ha tardado dos años y medio en pagar a los jóvenes y además solo se les ha entregado el 50%, cuando había un compromiso de la Consejería de pagar a los seis meses. La demora ha sido vergonzosa. La convocatoria de 2016 ya tiene el listado definitivo y ahora hay que agilizar los pagos. Problemas, que nos hemos comido el 2017 sin que se sacaran las ayudas. Solo el 6% de la población tiene menos de 35 años en agricultura y hay que rejuvenecer el campo y hay que estimular a los jóvenes para que vuelvan al campo.

La diversificación turística del viñedo es una de las cuestiones de las que se viene hablando desde hace mucho tiempo, pero ¿por qué no termina de hacerse realidad?

—Hay mucho que contar. Lo primero es que se quieren acometer infraestructuras que no se pueden hacer, ya que los caminos públicos no están registrados y no podemos arreglarlos. Dar dinero para reconvertir los viñedos para que después no podamos llegar porque los caminos están en mal estado parece un contrasentido. Si el Ayuntamiento no tiene recepcionado esos caminos, no se pueden acometer las inversiones para arreglarlos. Además, hay que olvidarse de politizar este tema e ir todos a una.

¿Qué municipios no tienen registrados los caminos?

—Jerez, que es uno de los más grandes, no tiene recepcionado la mayor parte de los caminos. Eso nos dicen los viñistas. Le hemos mandado una carta a todos los alcaldes de la provincia, porque ha salido una convocatoria de ayudas para intervenir en los caminos, pero no sabemos en qué caminos se puede actuar.

En 2017 ha crecido un 6% y el empleo agrario ha repuntado un 5%. Según lo que dice, parece que la cosa está peor de lo que dicen esas cifras.

—Hay que diferenciar una cosa. Las exportaciones las suele hacer un industrial, un transformador, y el campo es el sector primario, el que produce, pero como agricultores  o como camperos no vemos que en nuestra cuenta de resultados se esté incrementando ese 6%. Hace unos años un kilo de uva se pagaba a 660 euros tonelada. A día de hoy se paga a unos 360 euros tonelada. Este año hemos tenido el mismo precio que el año pasado. El 6% nada. Sí ha habido más producción de uva, pero cambio de precio no. Un kilo de maíz en 1986 valía 186 euros tonelada, a día de hoy está en 178 euros tonelada. 32 años después un kilo de maíz vale menos. Habrá crecimiento en las exportaciones, pero para el productor no se le ve reflejado en su cuenta de resultados.

¿A qué puerta hay que llamar?

—Nosotros pedimos una ley de la cadena y que se nos reconozca al productor primario lo que hacemos y se nos compense con precios ajustados a mercado.

¿Cuánta gente en la provincia depende del campo?

—No lo sabemos, pero sí le digo que hay que cambiar la percepción que el mundo urbanita tiene del campo. Los alimentos los producimos los agricultores, seamos 10 o 5, pero hasta que no se invente una píldora para comer quienes producimos somos nosotros y con legislaciones complejísimas desde Bruselas para favorecer la sostenibilidad.

¿Qué espera para 2018?

—Muchísimo. Uno de los mayores deseos es que acabe el ciclo de sequía. La ganadería lo ha pasado muy mal este verano, porque ha habido que alimentar con piensos porque no había pastos en el campo. Y también que la administración no nos paralice las inversiones, o que el dinero que llegue lo haga con agilidad en los pagos y en los expedientes. También pedimos ayudas forestales, que llevamos seis años sin ellas, y si ocurre algo como en Portugal o Huelva sabemos quién sería el responsable directo. En cuanto a precio pedimos que se nos reconozca el trabajo y de cara a la ciudadanía que se consuman productos de su tierra. Aquí toca ya hacer como los franceses, que defienden lo suyo.

 

*Entrevista realizada en el espacio A Compás de Ondaluz TV

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