Carlos Núñez está considerado uno de los mejores gaiteros del mundo. Descubierto por The Chieftains cuando apenas era un adolescente, su primer disco en solitario, en 1996, supuso toda una revolución a la hora de popularizar la música celta en nuestro país. Este sábado actuará en el ciclo Noches de Bohemia, en el Alcázar de Jerez, donde volverá a fusionar los sonidos de su gaita con los del flamenco.
"Cuando salí de gira muy joven con The Chieftains me preguntaron que por qué no tocaba con flamencos. Aquello me dejó fascinado"La actuación se enmarca en las Noches de Bohemia y en el ciclo Caló Flamenco, porque entre todos los artistas seleccionados se ha buscado una vinculación con el flamenco. Una de tus primeras exploraciones musicales desde la música celta fue de hecho con el flamenco, con Os amores libres, en 1999. ¿Por qué el flamenco?
Cuando empecé a tocar con The Chieftains con 18 años, la primera cosa que me preguntaron fue "Carlos, why don´t you play with flamencos?" (¿por qué no tocas con flamencos?). Aquello me descolocó en aquella época, ya que lo soñábamos entonces desde Galicia era en fortalecer esas relaciones intercélticas con Irlanda. Pero a ellos lo que más les llamaba la atención en mis melodías era que sonaba a música celta, pero con sabor, energía y ecos casi del flamenco. Aquello me dejó fascinado. Ya en 1996, cuando grabé mi primer disco, en el tema que le dio nombre al mismo, A irmandade das estrelas, juntamos la música celta y el flamenco. Pusimos a Rafael Riqueni a tocar por bulerías y fandangos y jotas del norte. Eso me animó al segundo disco a dedicarlo enteramente a juntar a grandes maestros de música celta e irlandesa con grandes maestros del flamenco. Ahí estaban Vicente Amigo, Riqueni, Carmen Linares, Carles Benavent... Además tenía entonces una relación muy fluida con Paco de Lucía, ya que teníamos el sueño en común de tocar la Farruca, que quedó pendiente porque nunca llegamos a grabarlo, pero quiero hacerlo algún día en homenaje al maestro.
Estás desarrollando ahora una gira por lugares mágicos de Galicia, y creo que tu única visita a Andalucía este verano es al Alcázar de Jerez, que tiene sobre todo mucha historia, ¿qué repertorio has elegido para Jerez y sobre todo cómo será su aproximación flamenca?
Hemos iniciado el concepto de gira por lugares mágicos, que la hemos comenzado por Galicia, pero está teniendo tanto éxito que hemos decidido ampliarla a otros lugares de España. Este verano solo tocamos en lugares fascinantes, con historia y algo especial. Desde un dolmen, un castillo, templos... y el Alcázar de Jerez es otro de esos lugares mágicos. Eso nos permite hacer un viaje en el tiempo, ya que cada lugar pide una música diferente, incluso músicos diferentes. En Jerez se viene todo el grupo y tendremos invitados sorpresa, como la violinista norteamericana Kiana June Weber. Hemos hecho un llamamiento a gaiteros andaluces para que se sumen también al concierto y los vamos a juntar para conseguir un sonido muy poderoso. Además vendrá un guitarrista de flamenco, que me lo ha presentado Faustino Núñez, un joven talento de Jerez, que es Isaac Moreno, que ha sido de los primeros en lograr la titulación de guitarra flamenca del Conservatorio. Estamos todos los días tocando juntos por Skype preparando temas. Va a ser un concierto muy celta, pero también muy flamenco. Vamos a explorar esa historia desconocida para la mayoría de la gente de que en nuestro país se une el mundo del Mediterráneo y el mundo del Atlántico, y eso quiere decir que se une el mundo de la guitarra y el mundo de la gaita. Creo que ningún lugar mejor como la provincia de Cádiz para vivir esa experiencia.
En el año 98 estuviste en Jerez con la gira de tu primer disco. Han pasado ya 20 años desde entonces. En ese tiempo hay mucho de experiencia, de conocimiento, de descubrimiento, ¿qué ha sido para ti lo más fascinante de toda esta etapa?
Han pasado volando. Cuando sacamos el primer disco tenía 24 años, pero me di cuenta de que el primer disco fue como la famosa concha de Santiago, que tiene muchos caminos que parten de un lugar o llegan a un lugar desde caminos diferentes. Y eso es lo que he ido haciendo todo este tiempo, ir explorando todas esas conexiones que nuestra tradición nos ofrece. Como esa historia común con el flamenco, que era muy desconocida. En Galicia, por ejemplo, me criticaron mucho, qué hacía yo tocando con músicos flamencos. Y yo respondía que el flamenco tiene muchas conexiones con el mundo de la gaita, a través de melodías, ritmos... y al revés. La música celta tiene muchas melodías y ritmos que el flamenco ha desarrollado mejor que nadie, rítmicamente y armónicamente, con lo cual para nosotros es un enriquecimiento toda esa tradición de la guitarra. Una vía fue esa aventura con el flamenco, otra los discos grabados en Cuba, Méjico, Brasil... Todo el mundo conoce que los irlandeses y escoceses emigraron a EEUU y Canadá, pero muy poca gente sabe que desde España viajaron instrumentos como la gaita o la guitarra a las Américas. La gaita acabó desapareciendo pero transmutó en otros instrumentos que en diversos países siguen llamando gaita. En Brasil llaman gaita al acordeón, en Colombia a sus flautas, gaita, en Venezuela, a los ritmos de Navidad los llaman Gaitas de Maracaibo. Esa aventura celta por Latinoamérica no la conoce la gente. Pues así, en estos 20 años, hemos explorado todo ese pasado, así como también he tenido la oportunidad de hacer bandas sonoras, desde Mar Adentro, hasta con los estudios Gibli, últimamente con Carlos Saura. También hemos explorado la música clásica. Muchas experiencias diferentes que siguen enriqueciendo nuestra música.
Te han definido como arqueólogo sonoro. Dentro de esa incesante labor investigadora, ¿qué territorios andas explorando en estos momentos?
Actualmente estamos inmersos en el trabajo con músicas históricas. Acabo de hacer gira por Estados Unidos junto a Jordi Savall, y es fantástico, porque me ha descubierto esta visión de que la música celta no es solo una música tradicional de hoy, sino que son músicas históricas. Estaba ya aquí en el siglo XIX, y si te vas al Barroco ya se hacía música con gaitas en esa época. Pero es que si te vas al cancionero renacentista del siglo XV, ya estaba ahí, y se hacía con armonías renacentistas. Te vas a las Cantigas medievales, y ya estaban ahí. Son cosas que en el fondo es como una filosofía de que nada muere, sino que las cosas se van transformando y actualizando. Así es nuestra música y mis últimos trabajos van orientados hacia esa cuestión de la música celta como música histórica, y en el concierto de Jerez tocaremos la música celta de hoy y un viaje por mil años de músicas.
Desde que desapareció Diálogos 3 resulta muy complicado hacer un seguimiento de autores dedicados a la música celta, instrumental contemporánea. Tú tienes un nombre, un prestigio, y una trayectoria, pero ¿cómo acceden a tu obra las nuevas generaciones o cómo sobreviven los que pretenden seguir tu ejemplo?
En los 90 hubo una especie de fenómeno de fin de milenio, que nos dicen los medievalistas ya se dio antes del año mil. La gente conectó de pronto con la naturaleza y ahí nació la moda de la new age, que nos llegó de una forma un poco comercial, vía mainstream. Yo tenía 18 años por entonces, pero era demasiado pronto para nuestros instrumentos tradicionales. La gente aún no estaba preparada para ese mensaje. Pero cuando la new age se establece, la música celta se coló por ahí y Ramón Trecet hizo una labor fantástica desde un medio público, porque ayudó a toda una generación a conectar con esas músicas y con toda profundidad. Yo creo que hemos vuelto ahora a la situación de los años 80, de modernidad mal entendida. Muchos artistas nuestros saben más de rock o de blues que de su propia tradición. Mientras que fuera de nuestro país me ha sorprendido, cuando he trabajado con músicos como Sting, Van Morrison o Bob Dylan, que en su discurso del Nobel aconsejó a los jóvenes creadores que conocieran sus tradiciones antiguas antes de dejarse llevar por las modas del momento. Eso es muy importante, hacer cosas novedosas pero sin renunciar a quienes somos. No hay lugares donde aparecen esas músicas, no hay sitio para mostrar esas creaciones. Hay gente joven, y yo por mi parte hago todo lo que puedo. Cuando Carlos Saura me invitó a participar en el rodaje de su película sobre la jota, le pedí que hiciéramos un llamamiento a jóvenes músicos de toda España que toquen instrumentos de la música celta, y aparecieron cantidad de chicos y chicas que le dan valor a la tradición. A esa gente joven hay que apoyarla. En mi ciudad, en Vigo, hubo una polémica porque dije que me parecía una pena que el Ayuntamiento no hubiese apoyado la venida a la ciudad de las Cantigas de Martín Códax, que son siete canciones medievales, primer ciclo de canciones de amor que se conoce en Europa, y el Ayuntamiento no aceptó que los pergaminos de esas canciones vinieran desde Nueva York a Vigo porque era demasiado dinero. Y resulta que se han gastado más de ese dinero en una sola de las actuaciones de las fiestas de verano. Es todo a base de dinero público, pagando música mainstream de grupos latinos o rock. Me parece bien que la gente venga a estos conciertos, que la música comercial esté ahí, pero esa música se debe sostener con los tickets de sus fans. Pagamos mainstream con dinero público, y la gente que hace música tradicional tiene que estar vendiendo tickets. El mundo al revés. Lo que pido es que todas las músicas puedan competir en igualdad de condiciones y que el público decida. Creo que la gente se equivoca cuando piensa que lo único que funciona es la música comercial. No es cierto. Nuestro país no es solo la música que aparece en la noche de fin de año en TVE.
¿Con quién te queda por colaborar?
Cuando era muy joven estaba fascinado por la gente mayor. Mi sueño lo vi cumplido muy pronto. Me vi grabando con los Chieftains. Fue descubrir el paraíso demasiado pronto, con 18 años. Recuerdo que me llevaron de gira con ellos y actuamos una noche en el Carnegie Hall de Nueva York en un concierto por los 50 años de Roger Daltrey, de The Who. Allí estaban Sinead O`Connor, Spin Doctors, Pearl Jam, Alice Cooper... En Japón con Bon Jovi, Michael Kamen... Yo estaba encantado porque tocaba con los Chieftains, ni sabía quiénes eran aquellos rockeros. Después los fui conociendo poco a poco. Pero lo que me gusta es que la música tradicional y celta, me ha dado la posibilidad de relacionarme y conocer artistas de todo el mundo y que sea una relación de tú a tú. Siempre tengo la sensación de admiración y respeto mutuo. Ellos colaboran con una tradición a la que respetan, igual que nosotros a su rock y su pop. He conocido gente increíble. Pero como al ser jovencito me fascinaban los viejos, ahora que no soy tan joven me apetece lo de grabar con jóvenes y ayudarles a que vean que el sueño de vivir de la música tradicional es posible.
Tu último disco, Inter Celtic data de hace cuatro años, pero lo próximo que vas a publicar es un libro, La Hermandad de los Celtas, ¿qué cuentas en él?
En estos momentos se está viviendo una auténtica revolución dentro del mundo celta y eso me ha llevado a escribir este libro, en el que he estado trabajando tres años. No solo es el hecho de profundizar en la música celta, sino que todo ese mundo de los celtas está en revolución total, porque los arqueólogos y los lingüistas han encontrado que la lengua celta más antigua que se conoce en el mundo no la han encontrado en Irlanda o Escocia, sino en la zona de Tatessos, en unas piedras de hace miles de años. Los celtas, ya sabemos que no eran una raza, sino que lo celta era una mentalidad de intercambio, de colaboración entre gentes diferentes que compartían un lugar común que es el Atlántico. Lo celta no era tanto eso que se hablaba del fin del mundo, sino que el Atlántico es el nexo de unión entre el Mediterráneo y los mares del norte. Es el lugar donde nos fascinó todo lo que venía del Mediterráno y del norte. Es fascinante porque la Andalucía atlántica tiene ahora ese regalo de la arqueología, porque ahora empezamos a entender muchas cosas. En la península tenemos la suerte de vivir en zonas donde las tradiciones están vivas aún, no han desaparecido, por mucho que no se hayan cuidado. Ahora que el mundo se ha convertido en un hipermercado global, en la península tenemos algo maravilloso, que son sabidurías muy antiguas que nos han transmitido por la oralidad, la tradición, no seamos tontos, saltémonos la parte negativa de la industrialización, y preservemos lo bueno que nos aportan las tradiciones. Somos conscientes de que nuestra comida, nuestros vinos, son los mejores del mundo, pero por ejemplo de nuestra música apenas se habla. Y quiero invitar a la gente a que sean conscientes de que nuestra música es la más rica del mundo, porque tiene los dos extremos, la gaita y la guitarra, la edad media por el norte y el sistema mediterráneo, son dos energías que se encuentran en la península y eso es fantástico.