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"Vienen a buscar una vida mejor, y eso no es delito"

María del Carmen Martínez publica un libro en el que pone nombre, voz y rostro a las mujeres inmigrantes que viven en la provincia

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  • María del Carmen Martínez posa con su libro -

María del Carmen Martínez ha estado durante más de dos años entrevistándose con mujeres inmigrantes que residen en la provincia de Cádiz y recopilando sus testimonios con un único objetivo: “Dar voz a las mujeres que no tienen voz”. El resultado ha sido un libro, presentado esta semana, bajo el título de Las voces de las mujeres inmigrantes, en el que recopila once testimonios de mujeres procedentes de tres continentes que comparten un mismo afán: “tener una vida mejor”.

El libro, editado por Diputación y cuyos beneficios serán destinados a Ceain, está pensado igualmente para “trabajarlo en grupo, en asociaciones de mujeres, por parte de los trabajadores sociales”, como apunta Martínez, pero su función va más allá del simple relato de unas historias personales, va de enfrentarnos al reflejo de las vidas de esas once mujeres con las que hay más cosas en común de las que podamos pensar y de la necesidad de entender su realidad y hacerles más fácil su integración en nuestra sociedad, ya que el futuro de todas ellas dependen de nosotros mismos.

“Es una de las enseñanzas que nos dejan sus historias y que he querido reflejar en el libro. Cuando llegan nos encuentran a nosotros, y depende de nosotros, de las personas con las que se encuentren, que su integración sea posible. En el libro queda reflejado en situaciones contrapuestas: la de mujeres de las que se aprovecharon y la de mujeres que encontraron quien las apoyara”.

Para narrar cada una de esas historias, Martínez ha contado asimismo con la participación de alumnos de fotografía de la Escuela de Arte de Jerez, que se han encargado de los retratos en blanco y negro de cada una de las protagonistas que aparecen en la obra, comenzando por la espectacular imagen de la hondureña Katerin, que aparece en la portada.

“Todas dicen algo, desde su mirada, con sus gestos, sus palabras, y todas comparten un mismo fin, disfrutar de una vida mejor en nuestro país, y eso no es delito”, recalca la autora, quien finalmente optó por recopilar en su libro once de las numerosas entrevistas  que había realizado porque son “once historias diferentes, y todas conforman un abanico de once vidas en las que muchas mujeres pueden verse reflejadas. Hablé con muchas más, pero algunas me pidieron finalmente que no contara sus casos, otras sólo a medias, y estas once querían que se supiera todo de su experiencia y que el libro ayude a que se las entienda”.

Martínez quiere que el libro ayude asimismo a que se visibilice la situación real de las mujeres que llegan a nuestras costas a través de una patera, ya que “las mujeres quedan ocultas en este drama, pese a que igualan en número al de hombres que cruzan el Estrecho. Las mujeres no contaban en las estadísticas como agentes activos de la inmigración, sólo figuraban como acompañantes, cuando lo cierto es que el perfil señala que son mujeres solteras. Algunas han sido madres y han dejado en su país a sus hijos para traerlos más tarde; otras vienen por amor, o para terminar o ampliar sus estudios. Pero todas lo que buscan es una vida mejor”.

De entre las once historias, la autora resalta la de Raquel, de Paraguay, violada en su país a los 15 años y obligada a casarse con un hombre al que no quería y que la maltrató; y la de Gladis, de Honduras, que terminó cumpliendo su sueño de trabajar como costurera. Y subraya ambos casos como ejemplo del proceso de integración superado por una y por otra: la primera llegó a ir a la cárcel y la segunda encontró el apoyo de la persona a la que cuidaba para poder comprarse una máquina de coser.

“Todo depende de su alrededor”, recalca Martínez, quien también apunta que esa integración es mucho más fácil en pueblos pequeños que en grandes ciudades, donde el recibimiento suele ser más frío. “Yo invito a pensar dos cosas. La primera, que si interactuamos con ellas vamos a ganar, ya sea en conocimiento de otras culturas, de otra forma de pensar... Y la segunda, que estamos obligados a respetarlas y a dejar a un lado los prejuicios, para que su vida sea digna”.

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