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La última gran huelga de la vid contada desde dentro

En 2021 se cumplen 30 años. Manuel Fernández relata ahora los hechos en un libro con el compromiso de hacer justicia en favor de los huelguistas

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  • Manuel Fernández durante una firma de libros -

Suele decirse que la historia la escriben los ganadores, pero hay historias que permanecen en el olvido, incompletas o sesgadas. Así lo entiende Manuel Fernández en torno a la última gran huelga de la vid, de la que este 2021 se cumplen 30 años y sobre la que ha profundizado en un libro titulado La fuerza de la razón. Lo ha hecho a partir de sus propios recuerdos como sindicalista e integrante de uno de los piquetes de aquella intensa y prolongada movilización, para hacer justicia con esa parte de la historia reciente de Jerez -“la huelga la ganamos; de ahí el título del libro”- y con los propios trabajadores que se movilizaron: “Lo que salió en prensa en aquellos momentos era que éramos unos violentos, que nos estábamos cargando el sector de la vid, que nos ayudaba la kale borroka... Nos han puesto siempre como los malos, y no es así”. 

“La huelga la ganamos los trabajadores. Nunca la quisimos, pero cuando te sientes agredido hay que actuar”

De hecho, no cabe negarlo: en el recuerdo colectivo perviven las imágenes de los altercados, los actos de sabotaje y la gran manifestación. Fernández también lo cuenta en su obra, pero desde el punto de vista de los trabajadores, “que no es solo el de los trabajadores, sino el de una parte de la ciudad que se sustentaba en la industria del vino”. Aquella huelga, que se prolongó durante 59 días, entre el 1 de sepiembre y el 29 de octubre, ocasionó a la industria del vino unas pérdidas estimadas en tres mil millones de pesetas. Casi treinta años después sostiene tajante: “Creo que mereció la pena. Fue un ejemplo. Lo que pasa es que cuando los pobres ganan una batalla intentan ocultarlo”, de ahí su empeño por dejar constancia del desarrollo de aquellos días tal y como se vivieron desde dentro, desde el lado de los “ganadores”.

En aquellas fechas, Fernández formaba parte de la ejecutiva de la SAVID, el Sindicato Autónomo de la Vid. La patronal les había trasladado la intención de poner fin al Montepío de San Ginés, al que estaban acogidos unos tres mil pensionistas. “Todo partió de un desafío de la patronal, y ante la falta de acuerdo concluyeron con una frase lapidaria: “En la vendimia nos veremos”. Y nosotros lo montamos todo sobre aquella vendimia para lograr los objetivos que teníamos en aquel momento”.

No solo era la eliminación del Montepío, del que dependía el 40% de los ingresos de esos tres mil pensionistas, también entró en juego la eliminación de los censos de eventuales por parte de las grandes empresas transnacionales del sector de la bebida que habían comenzado a instalarse en Jerez, así como su intención “de acabar con la lucha obrera que se había ejercido en el sector de la vid”; y, por otra parte, también surgió el pago exigido a los trabajadores que residían en viviendas construidas por las bodegas. “Al final toda la situación estaba terminando por afectar a unas siete mil familias de Jerez”.

Así que, llegado el 1 de septiembre, y coincidiendo con el inicio de la vendimia, comenzó la huelga. Y el objetivo inicial fue impedir la recolección de la uva y su transporte. “Nos acusaban constantemente de ser violentos. Nosotros nos debatíamos a diario en si hacer una puñetería era o no lo correcto, pero al final te dabas cuenta de que era lo correcto, porque nosotros nunca atentábamos contra personas, pero sí contra lo material, en defensa de los desfavorecidos”.

La portada del libro muestra a los eventuales de González Byass, a los que intentaban echar, sobre el tejado de la bodega Las Copas el día antes de comenzar la huelga. También incluye imágenes de los pensionistas durante los piquetes, de la manifestación, de las barricadas y los Patrol de la Guardia Civil por las viñas, de una marcha a Cerroviejo, otra del candado de hormigón en González Byass para evitar que los directivos entraran en la bodega, de los coches volcados en las puertas de otra bodega, y de los camiones “cazados a los que obligábamos a tirar las uvas”.

“La cosecha en su mayoría quedó en el campo. Cuando las empresas la daban por perdida, detrás venía la campaña de navidad y nos hicimos fuertes en las puertas de las bodegas, y cuando vieron que podían perder también las ventas de navidad es cuando dieron por perdida la huelga”, relata Fernández, quien insiste en que “nunca quisimos la huelga, ni los sindicatos ni los trabajadores. Fue el punto culmen tras sentirte agredido. Uno intenta por la negociación y el acuerdo dejar cosas en el camino, pero en aquel momento eran demasiadas cosas las que había que dejar para que los empresarios pudieran seguir ganando dinero rápido”.

Finalmente el Montepío desapareció, pero, a cambio, “conseguimos que se hiciera un sistema para que las personas pudieran seguir prejubilándose, que las empresas con seguros privados respondieran de esos trabajadores, se generó un plan de pensiones para todos los que estábamos trabajando en el sector de la vid, y una subida salarial del 7%. Por eso afirmo que la huelga la ganamos, y con mucho esfuerzo”. Fernández es consciente de que su libro no gustará al “otro bando”, pero defiende la necesidad de contar “una parte olvidada de la historia de Jerez a la que nadie le quería dar difusión”.

A beneficio de Oxfam

Para la edición del libro se llevó a cabo una campaña de crowfunding y el compromiso es que una vez se hayan cubierto los gastos de producción, todos los beneficios obtenidos de la venta sean destinados a Oxfam Intermón. El precio fijado es de 13 euros y se podrá adquirir en librerías de la ciudad, en señal de apoyo asimismo al comercio local, de ahí que el propio autor se haya negado a comercializarlo a través de plataformas digitales como Amazon.

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