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Gibraltar y España necesitan un protocolo de actuación urgente

Los partidos de uno y otro lado de la verja deberían consensuar un pacto de Estado y no aumentar cada día más la escalada de tensión.

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Si de sabios es rectificar y si de los errores se aprenden más que de los aciertos, España y Gibraltar tienen a raíz del incidente de la detención de los cuatro guardias civiles una buena ocasión para regresar a la senda de la cordura y sensatez. A la sombra del Foro de Diálogo tripartito, tanto los dirigentes españoles como gibraltareños tienen un marco ideal para hacer honor a sus responsabilidades y hallar juntos una fórmula para convivir en las aguas de la Bahía de Algeciras, respetando al mismo tiempo sus reivindicaciones soberanistas respectivas.

Por el bien de la convivencia e incluso de la seguridad en la zona España y Gibraltar deberían formalizar ya de una vez un protocolo de actuación para sus respectivas fuerzas armadas y de orden; un protocolo donde la actuación del lunes de la patrulla de la Guardia Civil sea totalmente correcta y entendida por las autoridades gibraltareñas. En este sentido, este llamamiento al entendimiento lo realizó ayer la asociación contra la drogadicción Alternativas con toda la razón del mundo. Las incursiones de las fuerzas del orden españolas no son de carácter político sino simplemente para luchar contra presuntos narcotraficantes; una labor que las fuerzas del orden gibraltareñas también lógicamente realizan.

Por otra parte, hay que reconocer también que las disculpas del ministro del Interior Alfredo Pérez Rubalcaba son más que lógicas porque la patrulla española no sólo se adentró en aguas gibraltareñas, reconocidas por España como tales por estar dentro del puerto, sino que además realizaron la detención de los presuntos narcos en tierra ya de Gibraltar; una situación totalmente irregular.

De todas formas, como siempre los partidos de la oposición tanto de España como de Gibraltar han descalificado la actuación de sus gobernantes, aumentado aún más la escalada de tensión verbal. En este sentido, la cordura invita ineludiblemente tanto a los partidos españoles como gibraltareños a tratar esta relación como una cuestión de Estado; por el bien de la convivencia común los partidos de uno y otro lado de la verja necesitan un pacto de Estado. Algo que parece utópico.

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