La Caixa necesita ayuda, como miles y miles de empresas en España. La gran diferencia entre la Caixa y otras empresas es que el Gobierno destinará 100.000 millones de euros de las arcas públicas para sanear la situación de esta caja de ahorros, de las demás que lo pidan y de los bancos. Y esos miles de millones no se darán con condiciones, como pretende convencer el Gobierno a los ciudadanos. O al menos las condiciones no serán las más justas para los que verdaderamente prestan el dinero: los ciudadanos ¿Cambiarán las entidades financieras el trato que dispensan a los clientes? No. Bancos y cajas, en su papel de prestamistas, necesitan el dinero para seguir otorgando créditos, no para sanear sus cuentas, es decir, para hacer frente a los créditos otorgados con alegría e irresponsabilidad ¿Puede servir esta inyección de dinero para mejorar la situación de las empresas y particulares? La realidad es que coger los millones de todos los españoles para meterlo en el sistema financiero privado es la única salida urgente que existía. Pero, ¿están los bancos respondiendo a sus clientes como se merecen sus, ahora, nuevos prestamistas? Tampoco. Se niegan créditos por sistema, con la misma irresponsabilidad que antes se otorgaban. Ni se estudia que el cliente pueda hacer frente al pago o no. Sencillamente se rechazan. Tampoco se dan facilidades, como ampliar las hipotecas más años ¿Por qué desconsideraciones tan graves deben tener como respuesta un rescate económico del Gobierno con el dinero público? La banca española, de la que presume este Gobierno, no es tan digna de recibir ese dinero sin condiciones más favorables para los ciudadanos a cambio. Para acudir al plan de rescate se debe incluir una cláusula de comportamiento ético, aunque eso supondría que pocas entidades solicitasen la ayuda.