La discoteca Kiss, ubicada en la localidad de Santa María, en el estado de Rio Grande do Sul (sur), duplicaba el aforo permitido la madrugada del domingo, cuando se desató un incendio en el que murieron 235 personas, según han informado las autoridades brasileñas.
El teniente coronel del Primer Batallón del Cuerpo de Bomberos, Adriano Krukoski, ha revelado este miércoles que la noche de la tragedia había entre 1.200 y 1.500 personas en el interior del local, cuando el Plan de Prevención contra Incendios solo autoriza 691.
"Los testimonios recogidos hasta ahora apuntan a que el público total era de entre 1.200 y 1.500 personas en el momento del accidente", ha dicho el jefe de Bomberos, en declaraciones recogidas por la cadena O Globo.
Además, ha indicado que, si se hubiera cumplido el aforo, "la discoteca habría estado evacuada en menos de tres minutos", ya que es el tiempo que, de acuerdo con el Plan de Prevención de Incendios, se tarda en desalojar a 691 personas.
Krukoski ha respondido así a las declaraciones del abogado de los propietarios de Kiss, Jader Marques, quien horas antes había asegurado que en el momento del accidente solo había 650 personas en el local de ocio nocturno.
No obstante, Marques ha admitido que la discoteca imprimió un número de entradas mayor al aforo permitido, un total de 850, de las cuales 700 fueron entregadas a los encargados de organizar la fiesta universitaria de esa noche.
"Hay una dinámica muy común en los locales de este tipo, que es dejar entrar a un determinado número de personas para que el ambiente sea agradable y dejar entrar a otras según vayan saliendo las primeras", ha explicado.
El incendio comenzó a las 2.30 horas del domingo a causa de un espectáculo pirotécnico que hizo arder el material para el aislamiento acústico de la discoteca, donde se estaba celebrando una fiesta de estudiantes de la Universidad Federal de Santa María (UFSM).
En el momento de la tragedia, entre 300 y 400 personas se encontraban en la discoteca, según la última revisión del aforo, pero muchos de ellos no lograron salir por la única salida de emergencia, por lo que la avalancha humana provocada por el pánico fue fatal.
Los bomberos se vieron obligados a abrir un agujero en una de las paredes de la discoteca para sacar a los asistentes. Sin embargo, hasta bien entrada la mañana no se supo el número definitivo de víctimas debido a lo complejo de la operación de rescate.
Como consecuencia de ello, 235 personas han muerto, en su mayoría estudiantes universitarios, y decenas han resultado heridas, de las cuales 118 siguen hospitalizadas, 75 en estado grave, según el último balance oficial.
En este contexto, la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, ha declarado tres días de luto oficial y ha suspendido su participación en la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que se celebra en Santiago de Chile, para consolar a las víctimas.
Se trata del segundo peor incendio de la historia del país sudamericano. La mayor tragedia se vivió en 1961, cuando 503 personas murieron en Río de Janeiro a causa del fuego que se declaró en el Gran Circo Brasileño.