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Ejecutan en EEUU al tercer preso en menos de 24 horas

Winfield fue condenado por matar a dos mujeres y dejar ciega a una tercera en un tiroteo en 1996. Los abogados del reo fracasaron en su intento de paralizar la ejecución con un recurso ante el Tribunal Supremo

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Un hombre condenado a muerte por matar a su esposa y a su hijo de 5 años de edad hace casi 30 años ha sido el tercer preso ejecutado en Estados Unidos en las últimas 24 horas, después de un periodo de siete semanas sin aplicar la pena de muerte, a raíz del fallo en la administración de la inyección letal al reo Clayton Lockett, en Oklahoma, el pasado mes de abril.

   John R. Henry, de 63 años, ha sido finalmente ejecutado este miércoles en la prisión estatal de Florida, donde ha fallecido a las 19.43 horas (hora local), tras pidir perdón a las familias de sus víctimas en una breve declaración final, según ha informado las autoridades locales.

   Horas antes había sido ejecutado en Misuri John Winfield, al que se le puso la inyección letal a las 00.01 del miércoles (hora local). Nueve minutos después se certificó su muerte, de acuerdo con el comunicado difundido por el Departamento de Seguridad Pública de Misuri y publicado por el portal de noticias de la cadena estadounidense CNN.


   Winfield fue condenado por matar a dos mujeres y dejar ciega a una tercera en un tiroteo en 1996. Los abogados del reo fracasaron en su intento de paralizar la ejecución con un recurso ante el Tribunal Supremo.

   El primero de los reos sentenciados en esta atípica jornada fue Marcus Wellons, de 59 años de edad, a quien se le suministró una dosis mortal de pentoarbital en la prisión de Jackson, en Georgia. Wellons fue condenado a muerte en 1993 por violar y asesinar a una niña de 15 años de edad.

   Estas ejecuciones han acabado con siete semanas sin pena de muerte en Estados Unidos, debido a la polémica generada por la angustiosa muerte de Lockett, a causa de una mala combinación de las drogas que componen la inyección letal.

   Lockett, condenado a la pena capital por violación, murió de un infarto tras 43 minutos agónicos debido, tal y como ha confirmado un informe preliminar difundido la semana pasada, a una mala aplicación de la inyección letal.

   Los estados que mantienen la pena de muerte en Estados Unidos han empleado tres inyecciones letales diferentes durante las últimas décadas, pero las empresas farmacéuticas han dejado de vender esas drogas en los últimos años.

   Algunos estados han recurrido a las farmacias de compuestos, que producen pequeñas cantidades de medicamentos con receta médica, lo que ha llevado a los abogados a cuestionar la calidad de los medicamentos y si éstos pueden causar un dolor indebido durante la ejecución.

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