Los ministros de Asuntos de Exteriores del G7 condenaron hoy el envenenamiento del líder opositor ruso Alexéi Navalni e instaron a Moscú a esclarecer "de inmediato" un atentado cometido con sustancias químicas.
"Condenamos con toda contundencia el envenenamiento sufrido por Alexéi Navalni", declaran los titulares de Exteriores de Alemania, Francia, Italia, Japón, Canadá, Reino Unido y Estados Unidos, según el comunicado conjunto transmitido por el gobierno de Berlín.
El texto constata que Alemania ha informado a sus aliados del G7 de los resultados de los análisis toxicológicos realizados por el equipo médico de La Charité, la clínica berlinesa donde ingresó el opositor ruso, dos días después de colapsar durante un vuelo interno en Rusia.
Los análisis, en los que participaron expertos del Ejército alemán, han establecido que Navalni fue envenenado con el agente nervioso Novichok, desarrollado por Rusia.
Los ministros del G7, que condenan todo uso de "armas químicas", instan a continuación a Rusia a aclarar sin paliativos el atentado y a hacer responder ante la justicia a sus responsables.
El atentado supone un "duro golpe" al pluralismo democrático, prosigue el texto, para recordar a Moscú la obligación de atenerse a los compromisos con los derechos fundamentales, entre ellos la libertad de opinión.
Navalni salió ayer lunes del estado de coma inducido, aunque el equipo médico no descarta que sufra las secuelas del envenenamiento, de acuerdo al último parte emitido por la Charité.
La canciller alemana, Angela Merkel, instó ya la semana pasada a Moscú al esclarecimiento de lo que calificó de "intento de asesinato por envenenamiento" y anunció que abordaría la cuestión con sus socios de la Unión Europea (UE) y la OTAN.
El caso de Navalvi ha tensado las de por sí complejas relaciones entre Moscú y Berlín, que no descarta consecuencias en el proyectado gasoducto Nord-Stream2, que transportará gas ruso a Alemania.
La viabilidad de una interrupción de ese costoso proyecto, que está prácticamente terminado, se ve compleja, ya que están implicados en su construcción consorcios alemanes y del resto de Europa.
El proyecto se fraguó en tiempos del canciller socialdemócrata Gerhard Schröder, en el poder entre 1998 a 2005. Ahí entró en juego su amistad con el presidente ruso, Vladímir Putin.
Merkel mantuvo ese proyecto energético tras alcanzar la Cancillería, mientras que Schröder se convirtió en asesor de sucesivos proyectos energéticos germano-rusos.
Las relaciones entre Merkel y Putin son mucho más distantes que las que mantuvieron el presidente ruso y su antecesor. Sin embargo, siempre ha defendido la necesidad de mantener puentes de diálogo con Moscú, por su papel estratégico en conflictos, como Siria y Ucrania.
Una interrupción del gasoducto, al que se han destinado unos 12.000 millones de euros, podría afectar a cerca de 120 empresas de una docena de países europeos.