Cádiz marcha con el paso cambiado por el momento con respecto al resto de España. Las tensiones que se anotan el sector de la construcción a nivel nacional no amenazan, aún, a la provincia. En 2019, es, con un aumento del 17,3%, la segunda actividad con mayor crecimiento porcentual de ocupados, solo por detrás de la agricultura, y registra, como reseña el estudio sobre el Mercado de Trabajo de la Provincia, elaborado por CCOO, “una importante recuperación en los últimos cinco años”. Insuficiente, ciertamente, porque en la actualidad cuenta con 32.600 personas trabajando, 14.400 menos que hace una década, pero cualquier dato positivo, aunque tímido, que alargue la buena racha es recibido con moderada satisfacción.
Sobre todo, si se tienen en cuenta los estragos que causó la crisis, especialmente en nuestra tierra: el número de parados se multiplicó entre los años 2007 y 2011, pasando de 17.093 alistados en el Servicio Andaluz de Empleo (SAE) a casi 39.000, y en el periodo 2008-2014 se declararon en quiebra 222 sociedades; hasta hoy, se contabilizan 261. Una auténtica sangría.
“Quienes soportaron el tsunami se han mantenido pero no han aparecido nuevas firmas”, admite Jorge Fernández, secretario general de la Federación Provincial de Agrupaciones de Empresarios de la Construcción de Cádiz (FAEC). “Hemos permanecido en estado de supervivencia a costa de un enorme esfuerzo”, remarca, pero niega que exista ni preocupación ni incertidumbre de cara al futuro inmediato. El enfriamiento del mercado, no obstante, está presente en las previsiones de todos los agentes implicados.
El director gerente de la Fundación Laboral Andaluza del Cemento y el Medio Ambiente (Flacema), Manuel Parejo, advierte de que la previsión de consumo para este año es similar al pasado, unos 2,8 millones de toneladas, casi la mitad de lo que sería deseable para recuperar el vigor. Actualmente “estamos a niveles de consumo de los años 60”, subraya. Pero Jorge Fernández insiste en que todo depende de que se cumplan o no las mejores expectativas. El sector inmobiliario residencial, asegura, tiene por delante todavía un año o año y medio de crecimiento en Cádiz. La construcción, por su parte, queda a expensas de que se concreten las inversiones prometidas por las diferentes administraciones públicas en los últimos tiempos.
Ana Chocano, presidenta del Círculo de Empresas Andaluzas de la Construcción, Consultoría y Obra Pública (Ceacop), confirma que 2019 ofrecerá en su balance un crecimiento en el volumen de adjudicación ligeramente superior a los 1.800 millones del año anterior, muy por debajo de los 2.500 que reclama para Andalucía, pero también se apunta a un pronóstico favorable si se concretan las inversiones planteadas, por ejemplo, en los planes de Vivienda e Infraestructuras del Transporte y Movilidad de Andalucía 2021-2027 de la Junta de Andalucía. De lo contrario, si acaban siendo un bluf, puede haber serias complicaciones.
No obstante, advierte de que también hay que tomar medidas que vayan más allá de lo coyuntural. Entre ellas, sugiere acortar los plazos de la contratación, que acumula en algunas ocasiones hasta años. Y las obras, añade, no se pueden adjudicar como si fueran unas subastas, al precio más bajo porque, como indica el representante de FAEC todo ello lleva a trabajar a pérdidas en ocasiones. “Las exigencias a las que están sometidas las constructoras a día de hoy son mayores”, subraya, obligadas a contar con experiencia, maquinaria y personal cualificado con la nueva Ley de Contratación Pública. Y cuando no se trabaja a pérdidas, puede pasar que sea imposible cumplir con lo estipulado, como ha sucedido recientemente con las obras del Museo Camarón en San Fernando: la adjudicataria renunció al proyecto por las dificultades económicas que atravesaba y sus problemas de liquidez y planteó la cesión del contrato.
Si hay poca inversión y los márgenes son estrechos, el sector no es atractivo. El secretario General de CCOO de Construcción y Servicios de Cádiz, Juan Benítez, habla abiertamente de empleo precario. No se pagan ni fines de semana, ni horas extras, dice. Y la nómina mensual no compensa el esfuerzo para la gente joven. Lo que está generando un auténtico problema dado que no está asegurado el relevo generacional.
El Observatorio Industrial de la Construcción concluyó en un estudio fechado en 2018 que dos tercios de los ocupados en el sector superaban los 40 años de edad. Jorge Fernández explica el fenómeno: en plena crisis, las empresas se quedaron en plantilla únicamente los trabajadores más experimentados, dada la obligación de ahorrar costes. Y esta profesión se aprende en el tajo. De hecho, asegura, hoy la provincia tiene escasez de ferrallistas, encofradores y soldadores, labores más o menos cualificadas y siguen siendo muy cotizadas.
Benítez cuestiona que falte mano de obra. De hecho, en 2018, los trabajadores gaditanos del sector de la construcción firmaron hasta 20.000 contratos en otras provincias. Pero sí admite la dificultad de aprender el oficio y de especializarse. En este sentido, aclara que solo para ponerse el mono de trabajo por primera vez, hay que acreditar antes un curso de prevención de riesgos laborales de 20 horas que CCOO imparte a coste cero, pero puede obligar a un desembolso de hasta 250 euros. A partir de ahí, falta formación específica. La que ofrece la Fundación Laboral de la Construcción no siempre es gratuita y resulta insuficiente. La FAEC habla abiertamente de la necesidad de Formación Profesional o algún otro tipo de formación reglada. Porque, además, de esta manera, se combatirá el estigma de profesión dura y con salarios bajos. En este extremo coinciden tanto el representante del sindicato como el de la patronal. “Es preciso dignificar la profesión”.