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¿Quién cuida a los que nos cuidan del coronavirus?

Los sanitarios se enfrentan ya a trastornos por falta de protección, carga de trabajo y exposición al desconsuelo de las familias. Lo peor puede venir después

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  • El sobreesfuerzo del personal sanitario por la crisis de la Covid-19 comienza a pasar factura ya. -
  • El tratamiento de superhéroes crea unas altas expectativas que, si no se cumplen, generan frustración en los profesionales

La crisis sanitaria global causada por la pandemia de Covid-19 está suponiendo uno de los mayores desafíos a los que los profesionales sanitarios se han enfrentado jamás. La incertidumbre con respecto a la evolución del brote, el riesgo de contagio y la falta de equipos, e incluso la incomodidad de su uso,  el estrés laboral por la elevada demanda asistencial y la exposición al desconsuelo de las familias, entre otros factores, están causando ya un serio perjuicio en el personal en primera línea de batalla que ha disparado todas las alarmas.

Bartolomé de la Fuente, coordinador del Programa Integral del Médico Enfermo (Paime) del Consejo Andaluz de Colegios de Médicos, advierte de que todos estos factores, sumados a los rigores de la cuarentena, “pueden causar trastornos de salud mental, como estrés agudo, trastornos adaptativos, ansiedad y depresión, burnout y estrés post traumático”. Incluso, apunta, lo que denomina “estrategias de afrontamiento desadaptativas”, consistentes en el abuso de sustancias psicotrópicas o alcohol”.

Todo ello puede afectar negativamente al profesional en el desarrollo de su actividad asistencial en la actualidad pero, además, vaticina, “probablemente los efectos sobre la salud mental se podrían mantener a largo plazo”. Los medios de comunicación han dado testimonio de trabajadores verdaderamente desesperados.


“Hasta hace poco tiempo no se ha contado con ellos y se han producido situaciones de riesgo que podrían haberse evitado”, apunta. Se refiere, por un lado, al hecho de que no han podido contar con equipos individuales de protección (EPI) suficientes, con el consiguiente miedo a contagiarse y contagiar a pacientes, familiares o amigos. También señala la falta de test diagnósticos, “pues si no se sabe el estado de portador se puede desencadenar un cuadro de ansiedad en cuanto al miedo a propagar la infección”.

En este punto recuerda que ya han fallecido 23 médicos en activo en España y, aunque en Andalucía se ha puesto en marcha un protocolo de alojamiento preventivo para trabajadores sanitarios con riesgo de infección o ya infectados, “algunos profesionales pueden experimentar cierto rechazo social por parte de la familia o la comunidad, debido al estigma. Esto podría hacer que una situación ya desafiante en sí misma sea mucho más difícil aún”.

Finalmente, en el caso concreto de los médicos, “debido a su función en el diagnóstico y tratamiento, y la propia evolución incierta de los pacientes, hacen que en ocasiones se vean obligados a tomar decisiones complejas en un breve tiempo, generando intensos dilemas morales y esto, a veces, puede ocasionar sentimientos de culpa”, lo que supone presión añadida.

Por otra parte, explica que, “aunque en la mayoría de la población se está produciendo, si cabe, un mayor reconocimiento y respeto a la labor de los sanitarios, ante la situación de incertidumbre y el temor a que se produzcan casos aislados que generen agresiones a profesionales, se han reforzado las medidas y se ha puesto en marcha una aplicación telefónica, Alertcops, con un botón SOS para el personal sanitario”. Tenemos, en definitiva a un colectivo que, pese a su alto componente vocacional, tiene limitaciones y una excesiva responsabilidad.

“Su tratamiento como héroes en algunos casos puede tener un efecto negativo al crear altas expectativas, que cuando no se consiguen generan sentimientos de no sentirse todo lo resolutivo que la gente espera”, alerta. Para paliar los trastornos, “hay que garantizar que el personal pueda lograr el descanso reparador que necesita y estrategias de afrontamiento adecuadas para el bienestar físico y mental”.

Asimismo, añade, si el sanitario detecta que los niveles de estrés se vuelven desbordantes, “debe acudir al jefe o la persona que considere apropiada para contar con apoyo adecuado”, recomienda, al tiempo que plantea que, “sin transgredir la confidencialidad, se preste especial atención a cualquier miembro del equipo del que se sepa que anteriormente ya presentó problemas de salud mental, que experimental alguna dificultad en su vida personal o carezca de apoyo social adecuado actualmente”.

Para el día después de la pandemia, considera “prioritario diseñar programas de ayuda, ya que se van a producir cambios en la sociedad en general y en el sistema sanitario en particular, con problemas de salud mental emergente, trastornos adaptativos tras situaciones de pérdidas y estrés post traumático adecuando sistemas de apoyo y adaptándonos a las necesidades de cada población, promoviendo la integración de las personas de una manera u otra por la Covid-19”.

“Debemos tener un espíritu de resiliencia y salir reforzados de esta grave crisis sociosanitaria y económica”, concluye.

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